Que tanto ruido hace tu carreta al hablar
Dicen que nadie está más vacío que aquel que está lleno de sí mismo. Cuando una persona habla demasiado, interrumpiendo constantemente la conversación de los demás, haciendo alarde de lo que sabe o de lo que tiene, mostrando una actitud prepotente y de menosprecio hacia los demás, es la demostración de alguien vacío, tan igual a la carreta del relato: "Cuanto más vacía la carreta, más ruido hace", mientras más vacía está la persona, más ruido hace con sus palabras arrogantes, prepotentes y de menosprecio.
El mayor enemigo del diálogo es no respetar entre los interlocutores los acuerdos de intecambio social, propio del buen hablante y del buen oyente. El interlocutor que se considera poseedor de la razón, no está dispuesto a escuchar las razones de los demás. La mayor petulancia es la del necio, quien no es capaz de escuchar a otros, porque solo escucha sus propias razones. Esto se evidencia facilmente en las reuniones cotidianas que se dan en nuestras comunidades o en el ambiente laboral. El necio es fácil de identificar dentro del grupo, pues considera que mientras más grite en la discusión, más será escuchado y es a quién se le concederá la razón, la situación se complica aún más, si durante ese debate son más los que asumen el rol del necio. Es imposible decir que allí pueda existir un diálogo, o un punto de encuentro para solucionar o dar respuesta a alguna problemática planteada.
Pero también se puede dar el caso, que durante una reunión entre varios, sólo exista el monólogo, donde prevalece la conversación sólo de uno, sin considerar la conversación de los demás, explicando reiterada veces la opinión y las razones de solo un interlocutor, por lo general de aquel quien dirige la reunión. Pero también puede que suceda la alternancia en algunos momentos de varios que se aferran sólo a su discurso, sin tomar en cuenta el discurso del otro, convirtiendo el lugar en replica, donde uno habla y el otro replica, sin importar ocasionar alguna discusión acalorada donde se responda con agresividad e irrespeto.
Mantener un adecuado diálogo no es una cosa sencilla, aunque lo parezca. Hay que saber escuchar, y eso tampoco es fácil, son muy pocas las personas que saben escuchar. Al propiciar un correcto diálogo, es mucho lo que se puede aprender. Dialogar es cuestión de práctica. Es necesario que antes de un debate, se debate el argumento y se resuma el argumento de cada quien, es un proceso lento y complicado, pero conlleva a el diálogo, permitiendo comprobar de este modo que cada quién se ha preparado a escuchar el argumento del otro. Es un práctico ejercicio entre interlocutores, donde A y B habla, mientras C observa. Después A pasa a ser B, B pasa a ser C, y C pasa a ser A. El ejercicio se hace tres veces, para dar la oportunidad de que todos hablen, escuchen, observen y sean observados. Es impresionante el análisis que puede surgir sobre la experiencia de asumir los distintos roles. Para dialogar es importante tener algo que decir, también es importante saberlo decir, tener mucho ingenio y gracia para que la conversación sea dinámica y no aburrida. También es preciso la humildad de callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas. Bien lo expresa una frase que he escuchado reiterada veces por allí y que dice así: Existen personas tan pobre, que lo único que tienen es dinero y soberbia.