Tu gran rescate

in #life6 years ago

La vida es como un océano. Lleno de giros y vueltas, corrientes que nos jalan en diferentes direcciones, y olas que revientan sobre nosotros de repente.

Para algunos, la tormenta viene a causa de circunstancias a su alrededor que están completamente fuera de su control. Ellos luchan por mantenerse a flote en todo lo que se ha arrojado sobre ellos. Pero a veces hay tormentas internas que nadie más puede ver, y tenemos cierto control sobre ellas, por la forma en que respondemos y de la manera que controlamos estas emociones.

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A veces estamos listos esperando las olas. Sabemos que vamos a caminar a través de una tormenta y hemos preparado nuestros abrigos, sombrillas y botas, listos para protegernos por cualquier eventualidad. En otros momentos nos encontramos felizmente disfrutando de un picnic calmado y sereno para el alma cuando en un instante somos golpeados con los latigazos de la lluvia en una tormenta que llegó sin aviso. ¡No estamos listos y nos encontramos afuera en ropa de verano empapándonos completamente!

¿Qué tal si Dios tiene un plan en medio de la tormenta repentina? ¿Qué tal si fue su intención agarrarte desprevenido? ¿Qué tal si el picnic no era la comida que Él quería que alimentara tu alma? ¿Qué tal si Él quería que dejaras de pelear contra la corriente y que dieras todo el control a Él y Sus corrientes?

Dios sabe que Él logra mucho menos con nosotros cuando estamos listos y preparados para lidiar con todos los problemas que surgen a nuestro alrededor. Antes de tomar el momento para mirar hacia arriba, o considerar quién puede ser el autor de la tormenta, nos adelantamos para “arreglar” la obra de Sus manos.

Es en Su misericordia que Él nos salva de nosotros mismos, de nuestra necesidad incesante de estar en control y de buscar la manera fácil de salir de la situación.

En Mateo y Marcos leemos de Yeshua cuando calmó la tormenta. Se nos hace más fácil creer que Él puede controlar los vientos y las olas que las situaciones en nuestras vidas. Yeshua tenía un plan en el barco. Quería que sus discípulos creyeran en Él. Quería que ellos aprendieran de que Él estaba en control, que ellos no tenían que temerle a las olas porque Él estaba con ellos. Aprendieron esta lección en el barco, en la tormenta. No lo aprendieron de lejos, mirando a través de binóculos.

A veces necesitamos cambiar nuestra mentalidad y en vez de pelear con la tormenta, esquivar el desierto, tratar de arreglarnos a nosotros mismos, y llenar las grietas, necesitamos dejar de pelear. Si pasamos nuestras vidas peleando contra cada método que Dios puede utiliza para hacer que seamos más como Él, entonces las tormentas y dificultades solo se aumentarán.

¡Él no deja de creer en nosotros!

Él tiene planes maravillosos para que seas un colaborador con Él, y mientras que profesemos nuestra confianza y compromiso en Él, Él nos atraerá a sí mismo a través de cualquier medio que sea necesario.

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¿Qué tal si la gran tormenta en la que estás es en realidad su plan maestro de rescate para tu vida?

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