El futuro de la Tierra (cap. 2)steemCreated with Sketch.

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Neuschwanstein Castle from getyourguide.com.jpgFoto: castillo Neuschwanstein. Fuente: getyourguide.com

Capítulo 2

La histeria colectiva llevó a los gobiernos del mundo a aunarse en busca de una solución posible, que aplacara a las masas, y de paso quizás, encontrara una solución al acuciante clamor social. Las mentes en vida más brillantes del mundo fueron reunidas, para discutir sobre las opciones que como especie todavía tenían. Muchos de ellos, acudieron en busca de prestigio y con la convicción de que encontrarían algún error, tan típico en los programas informáticos.

La irrevocable verdad matemática les fue demostrada in situ, escrita a mano sobre una pantalla. Y si bien, al principio, la incredulidad y la desesperación les llevó a algunos a perder los estribos culpando a los científicos creadores del modelo, de irresponsables, de locos, tuvieron que aceptar que su situación era crítica, y que no podrían salir de aquellas instalaciones sin una solución creíble.

El mundo, expectante, detenido, los seguía con tanto interés que ninguno de aquellos grandes pensadores tuvo los arrestos para reconocer que no había solución posible. Durante meses, se debatió sobre la existencia del ser humano, sobre el sentido de la propia existencia, sobre el futuro de los humanos en la Tierra, sobre las posibles maneras de autodestrucción que se podrían evitar, sobre tantos temas, que quedaban debidamente archivados, creando una iteración diferente sobre la información conocida, creando nueva información, creando conocimientos y cultura, unas nuevas ideas que serían la semilla de una gran nueva cultura global. Pero a pesar de haber avanzado tanto en el humanismo y en el conocimiento sobre el hombre y su destino, en su encierro, tuvieron que sucumbir a la verdad de que no había forma de vencer a las matemáticas. Eran demasiado claras y explícitas, por muchos esfuerzos que se hicieran en una u otra dirección, la autodestrucción era una cuestión de más o menos tiempo.

Así, quedó establecida entre los grandes pensadores elegidos, la convicción de que efectivamente el ser humano caminaba hacia la cada vez más probable auto-destrucción. Sólo quedaban unos pocos incrédulos de los cientos de grandes pensadores que acudieron.

A medida que los meses pasaban, los atrapados sabios empezaron a temer, no ya tanto por el futuro del mundo como por su propia seguridad en el presente. En los alrededores de las instalaciones del suntuoso castillo adaptado para la ocasión, cientos de miles de personas se manifestaban. Un ejercito internacional formando un cordón perimetral, los protegía de la masa ingente de personas que se manifestaban tanto a favor como en contra. El mundo entero puso sus miedos y esperanzas en aquellos pensadores, y si resultaba que después de tanto tiempo dilucidando, salieran con un mensaje de condolencia por el futuro de los humanos, la histeria colectiva iba a destruir el mundo en ese mismo presente. Por eso, los pensadores, tomaron una dirección distinta: ya que no podía buscarse una solución realista, habría que buscar varias opciones alternativas, que si bien, no tenían porqué ser posibles, sí tenían que parecer creíbles, y así dejarían al mundo elegir el camino a su destino con la ilusión de creer caminar hacia la propia salvación, lo que probablemente acabaría siendo lo más positivo a la larga, pensaron.

Los cientos de pensadores vivos más influyentes del planeta, se dedicaron así a tramar la forma de engañar al mundo con la intención de sobrevivir al presente pasando el problema a generaciones venideras con la esperanza de que tuvieran la valentía que ellos no habían tenido de aceptar la realidad del final de la especie como un ciclo más de la vida en la Tierra.

El plan, era buscar opciones a las que la lógica les llevara, de forma que no fueran desdeñables instantáneamente por la lógica misma, sino por la forma de ponerlas en práctica, ya que así se tardaría en las investigaciones pertinentes un tiempo precioso, en el que se esperaba que disminuyera la desesperación colectiva.

Se estableció, que había 3 caminos posibles a seguir:

Escapar del destino, poblando otros planetas.

Adaptarse al destino antes de que el destino los sorprendiera, cambiando el ADN humano por otro más compatible con la tendencia evolutiva adaptada al ecosistema natural del planeta.

Burlar al destino, frenando el fluir del tiempo en la Tierra, con la intención de que un equipo de elegidos rotando en una base en el espacio a un tiempo local normal, pudiera detectar las posibles anomalías que la evolución provocase y de paso que buscasen una solución realista, si eso era posible.

Decidieron que la respuesta masiva de los votantes iría en pos de la colonización de otros planetas, y que se tardarían generaciones enteras sólo en comenzar a llevar a cabo los planes de migración, dando a los terráqueos la esperanza y el ánimo que necesitaban para seguir adelante sin la tentación de caer en la autodestrucción social. Tan en secreto como les fue posible, hicieron un pacto de silencio por el bien de todos y comunicaron al exterior, que ya tenían una respuesta.

La votación no se podía realizar directamente. Primero había que explicar y discutir públicamente cada una de las opciones para que cada ciudadano votante del mundo, pudiera ir a las urnas del referendum mundial con el conocimiento necesario para votar con criterio. Si bien al principio fue difícil aceptar que sólo se ofrecieran tres opciones, nadie pudo dar ninguna otra opción contra una ley natural, así que se confió publicamente en las mentes que ya habían pensado largamente por ellos.

Habiendo hecho su labor, y ahora meros testigos, los pensadores observaban con cierto nerviosismo la discusión pública sobre la primera opción, la que hacía de gancho. Resultó, que el mismo modelo matemático del que habían creído la futura e irremisible destrucción de la especie humana, demostró que poblar un planeta cercano con una cantidad mínima de recursos útiles (como lo es con diferencia el planeta Marte, que es el que lógicamente se poblaría primero), provocaría el final de la especie humana terrestre debido a dos factores: la espeluznante velocidad de cambio del ADN terrestre en Marte, que se daría de generación en generación evolucionando en otro planeta, y la altísima probabilidad de una guerra que a la larga sorprendentemente perdería la propia Tierra.

El público empezó a odiar a los marcianos sin que Marte estuviera siquiera cerca de ser ligeramente poblada, y a medida que los miedos instintivos de las personas de todo el mundo hacia Marte quedaron establecidos sin lugar a discusión, a petición pública, la primera opción fue oficialmente borrada de la lista.

Los pensadores no se opusieron y se alegraron públicamente de que hubiera un modelo matemático tan bueno y tan cierto que pudiera distinguir las maldades del destino. Sólo quedaban dos opciones que justificaran la larga reunión de los pensadores.

La segunda opción cobró entonces más adeptos. Se hicieron estudios preliminares, y aunque parecía la opción más viable, la realidad del cambio de ADN hacia otro que quizás estuviera más en equilibrio con la naturaleza, que se mostrara menos violento, fuera menos reproductivo, menos inventivo, y que en definitiva no ofreciera garantías de éxito, con el que al fin y al cabo pudiera darse la misma situación de un destino autodestructivo, y que de hecho implicaba la muerte del ser humano que había demostrado con creces ser capaz de sobrevivir hasta entonces, fue juzgada mayoritariamente por una parte del ser que no atiende a razones, la necesidad de supervivencia, que oficialmente se interpretó como el miedo de los votantes a producir un problema más grave del que tenían de hecho ya.

Y a pesar de que la tercera opción fue al principio llamada también la opción de los locos, al final, para unos la prudencia y para otros la desesperación hicieron que la gran mayoría votara por la tercera opción, que no se llegó a discutir más que superficialmente porque nadie sabía cómo se podía frenar el tiempo. Sin embargo, las encuestas demostraron que la gente tenía tanta fe en los hombres del futuro que esperaban que fueran ellos los que llegaran a una solución, sin tener que tomar ninguna decisión absurda en el presente.

Así, la tecnología temporal tuvo su nacimiento, su auge con el experimento más caro e infructuoso de la historia, y su caída con la publicación de un documento oficial que explicaba que no se había podido frenar mas de unas décimas de segundo el tiempo local en una zona de volumen ínfimo y que después de décadas intentando comprender la naturaleza misma del tiempo, no se había podido justificar matemáticamente su mera existencia, y mucho menos la posibilidad de adaptar un cambio en el fluir del tiempo a las necesidades prácticas que eran el objetivo último de su investigación.

Las gentes que poblaban la Tierra por aquel entonces no esperaban que el fluir del tiempo fuera de naturaleza variable, y de hecho, enfilaban ya el camino de la aceptación de su papel efímero en la historia del planeta, esperando siempre que fuera a otros del futuro a los que les tocara vivir el fin. Y en respuesta a la corriente filosófica de aceptación de la muerte como especie, que corría por las mentes de aquellos nietos de los antiguos votantes de las tres opciones, se decidió que si estaba demostrado que la evolución de la especie dominante tenía obligatoriamente su nacimiento, evolución y ocaso, quizás pudiera ser posible avisar a la siguiente especie en poblar la Tierra, homínidos o no y darles la oportunidad de ampliar su ciclo evolutivo hasta cotas que los humanos del presente no podrían quizás ya alcanzar, acogiéndose a la esperanza de que fueran otros los que tuvieran la capacidad de eludir un destino autodestructivo. Así, se decidió construir lo que se vino a llamar el Templo del Destino.

Y aunque los humanos de ese presente eran conscientes de la existencia de una construcción con características similares a la que pretendían levantar, no tuvieron ya tanta curiosidad por su mensaje todavía indescifrado, ya fuere por el miedo a que su desaparición futura no sólo viniera en forma de Ley matemática, sino además, atestiguada también por seres que se encontraron en su misma situación, o por la necedad de esperar que simplemente hablaran de sus inexistentes dioses y que quizás todo fuera una gran broma de la que las generaciones de un millar de años más tarde se rieran felizmente. Sin embargo, sí que copiaron muchos detalles de su exitosa arquitectura. Tuvieron, además, cuidado de mostrar toda una pared dedicada al aprendizaje de los símbolos que ellos mismos utilizaban, para asegurarse que un ser de inteligencia parecida a la del ser humano no tuviera duda alguna de cuál era el mensaje escrito en sus paredes y entendieran cuál era la gran maldición que se cerniría sobre ellos.

Siguiente capítulo 3, en el que aparece alguien que ve las Matemáticas de una forma diferente

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