Cuando el sexo nos pone a prueba

in #life7 years ago

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Sandra tiene 36 años y vive con Paul desde hace un año y medio. Él es apenas dos años mayor y en general se llevan muy bien como pareja y como amigos.

La vida sexual de Sandra y Paul podría calificarse como típica de una pareja de su edad. Se ocuparon de los pequeños detalles, pasar tiempo de calidad juntos y entablar juegos y códigos sexuales propios. Pronto desarrollaron una complicidad única que les permitió fortalecerse como pareja y lograr que el amor echara raíces.

Sin embargo la vida de pareja tiene sus altibajos. Situaciones externas como la economía, los hijos, las influencias de famliares y amigos o nuevas obligaciones laborales, pueden afectar el equilibrio que la intimidad reclama.

Desde hace dos o tres meses, la vida sexual de Sandra y Paul ha estado pasando por momentos incómodos que con el paso de las noches se van haciendo más difíciles de pasar por alto. Ya pasó un buen tiempo desde la última vez que planificaron una velada íntima para disfrutarse mutuamente, sin interrupciones, sin prisas, como lo hacían al principio.

En cambio, el sexo se ha vuelto una actividad de trámite. Los encuentros en la cama son menos frecuentes que nunca, sin juego previo, sin conversación. Él la penetra de la manera más "cómoda", en un acto mecánico, casi impersonal. En algunas ocasiones ninguno de los dos llega al orgasmo.

Ambos están preocupados, pero no lo conversan, no saben cómo abordar el tema. Se preguntan en cambio si todavía hay amor. Si habrá otra persona entre ellos o cuál de los dos tiene la culpa de lo que pasa.

Sandra y Paul se quieren sinceramente. Están pasando por un mal momento económico que los obliga a concentrarse en trabajar más para cubrir los gastos del hogar y la tensión acumulada en sus cuerpos, producto del agotamiento, la incertidumbre y el miedo, están afectando gravemente su apetito sexual aunque no son conscientes de ello. Este hecho pone a prueba toda la relación.

Ella ha comenzado a drenar la ansiedad a través de la comida y ha ganado dos o tres kilos que ahora le pesan en la autoestima. Ya no se deja ver desnuda.

Él se siente menos competente como proveedor de su familia y eso le ha hecho perder confianza en su masculinidad. Tiene la idea de que ya no satisface a su compañera. La actitud evasiva de cada uno refuerza la del otro.

¿Qué hacer?

En nuestra cultura estamos condicionados para la conversación superficial, mientras que ocultamos nuestras emociones, nuestros miedos, nuestros deseos. Por eso una sana y abierta conversación para reafirmar el amor es menos probable entre Sandra y Paul que un altercado subido de tono por algo tan trivial como un café sin suficiente azúcar o un charco de agua en el piso del baño.

En mis consultas y conferencias no dejo de invitar a las personas a fortalecer los lazos todos los días; a demostrar con el ejemplo que los canales para la comunicación sin juicios están siempre abiertos; a abordar los problemas antes de que crezcan demasiado; a cuidar de los pequeños detalles que levantan el entusiasmo de la pareja; a reservar tiempo para la intimidad aunque las condiciones no sean óptimas: Si no hay apetito sexual, un masaje mutuo es una buena alternativa.

Toda crisis es una oportunidad en traje de campaña. El amor puede verse afectado por la costumbre y el miedo, pero sigue siendo amor, y el amor lo puede todo.

Cuando se tiene la sensación de que el problema escapa de las manos, un terapeuta de parejas es una excelente opción para poner en orden ideas y sentimientos, y comenzar el proceso de reencuentro.

Te deseo orgasmos y risas hoy y siempre.

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Como siempre un buen post amigo!!!

Gracias @gizechluy Un abrazo.

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