Sensaciones

Desesperación, ansiedad, ahogo...¿No es todo lo mismo?

Todos nos hemos sentido, en algún momento, desesperados. Dependiendo de la persona, va la reacción. A algunos les sudan las manos, a otros les arde la garganta o el rostro. Otros sufren temblores en todo el cuerpo, también se hiperventilan. A otros incluso les fallan distintas funciones tanto cerebrales como corporales. Un ejemplo son las personas que se desmayan, ya que el flujo sanguíneo disminuye hasta puntos peligrosos.

Pero en todos los casos, existe la sensación de ahogo. Es una sensación persistente, que sólo causa un aumento en la desesperación. Se siente como si tuvieras el rostro pegado a un cristal, tienes aire, sí, pero no el suficiente. Esa es una de las comparaciones más comunes para este tipo de sensación.

Yo tengo una opinión diferente, ¿Les sorprende?

Venga, que no es nada raro que nunca esté de acuerdo con la sociedad en general. Aunque, en esta ocasión, los apoyo relativamente. Yo diría que es más parecido a cuando estás debajo del agua y estás a sólo un par de centímetros de la superficie. En ese momento, cuando estás a punto de salir, expulsas todo el aire y comienzas a ahogarte sin hacerlo. Porque, aún tienes algo de aire que conservas, pero la mayor parte ha sido expulsado por tu mismo subconsciente. ¿Están de acuerdo conmigo?

Y esta sensación no aparece sólo en la desesperación, no sólo puede estar ahí para hacernos perder en control en momentos desesperados. También aparece en la ansiedad, el miedo, el estrés, el nerviosismo y, como no, en la depresión. Obviamente, si está en todas los estados y momentos malos a lo largo de nuestra vida, debe estar en la depresión.

Cuando me encuentro encerrada en esta sensación de ahogo, lo que usualmente hago es salir a caminar. O mucho más común, y sencillo, me echo a llorar y a comer chocolate hasta que se me pasa. Eso sí, en algún momento esa sensación pasará y se siente increíble.

Siempre se puede salir del agua, o despegar el rostro de la pared.