Aviones de papel.
Los aviones de papel y los pensamientos son muy similares, ¿no creen?
Como ya sabrán, me encanta rebuscar entre los más mínimos objetos materiales para compararlos con el ser humano. Lo peor es que casi siempre, por no dar un adjetivo con significado completo, tengo razón en mis comparaciones. Hoy toca hablar de algo tan cotidiano y tan sencillo que es casi imposible compararlo con algo relacionado con el complejo ser humano.
Oye, eso sonó muy poético, pero, ciertamente, muy equivocado.
Venga, todos sabemos los humanos somos de todo menos complejos.
Pero hoy no venimos a hablar de la poca, o inexistente, complejidad con la que cuenta la humanidad. Ese tema nos espera en otra publicación, pero créanme, estoy más que ansiosa de tocar ese tema tan polémico. Me desvié del tema de nuevo, hoy hablaremos de los aviones de papel.
Son fáciles de crear y duraderos, si cuentas con la técnica correcta. Todo está en el cómo, cómo lo haces, cómo lo harás volar, cómo lo doblaras, etcétera y etcétera. Es muy sencillo equivocarse a la hora de hacer un avión de papel y un simple error podría destruirlo todo. Un doblez mal hecho, una esquina un milímetro fuera de lugar, una ligera arruga en el papel, todo esto podría hacer que el avión no despegue.
¿Ahora entienden la similitud con los pensamientos humanos?
Pero hay más, claro que hay más. Crear un buen avión de papel es difícil, pero, cuando lo logras, habrá valido completamente la pena. Podrá volar y volar libremente hasta que llegue a su destino y cumpla su cometido. Si sabes desarrollar un pensamiento o una idea de la manera correcta, este volará hasta convertirse en el gran sueño cumplido al que está destinado.
También podemos decir que los aviones nacen de un trozo de papel en blanco, vacío, sin propósito y preparado para ser utilizado. Los pensamientos nacen de un momento de aburrimiento, que no tiene un destino específico. ¿Debo seguir buscando similitudes? Ustedes deciden.
Sólo hay dos opciones: o el avión cae, o despega.