La Percepción del Mundo
La percepción es un proceso nervioso superior que permite al organismo, a través de los sentidos, recibir, elaborar e interpretar la información proveniente de su entorno. El hombre adquiere conciencia de sí mismo y del mundo que le rodea por medio de sus sentidos. Por qué distintos sujetos ante un mismo objeto tienen distintas percepciones. Cómo explicar esta anomalía. Qué factor distorsiona (o sesga) la mirada del sujeto. La respuesta podemos hallarla cuando ubicamos en la escena el factor ideología. Las diferencias de percepción no sólo la crea la ideología, también se producen por el modo en que participan otras funciones psicológicas como la atención o la memoria. Para precisar cómo la ideología participa en los procesos perceptivos, se hace necesario indagar en la naturaleza de la percepción, señalar los rasgos que diferencian a la percepción sensible de la percepción mental, y analizar el papel del conocimiento mediato en la percepción mental.
La percepción debemos entenderla en dos sentidos: la percepción sensible, la percepción que sólo alcanza a lo que alcanza nuestros sentidos, es una percepción de corto alcance; y la percepción mental, la percepción que va más allá del alcance de nuestros sentidos.
Una cosa es la percepción que tengo del barrio donde yo vivo y por donde habitualmente me muevo, este es el caso de la percepción sensible; y otra cosa es la percepción que tengo de la economía española, de la que sólo de una pequeña parte tengo conocimiento directo mientras que del resto tengo conocimiento por medio de libros y medios de comunicación; este es el caso de la percepción mental. He aquí dos ejemplos entre las percepciones en el ámbito de la sensibilidad.
Primer caso: ante una misma situación objetiva un sujeto percibe un aspecto que el otro no le prestó atención y, por consiguiente, no se apercibió. Aquí nos encontramos ante una diferencia en el contenido percibido ocasionado por diferencias en el grado de atención. Hablamos en estos casos de personas muy atentas y de personas muy despistadas.
Los aspectos a los que el sujeto les presta atención dependen de la tarea que ha de realizar. No debemos pensar en una percepción contemplativa, sino en una percepción activa, vinculada a tareas prácticas. Y en toda percepción, esto no debe olvidarse, siempre habrá aspectos desatendidos. Y segundo caso: ante una misma situación objetiva, personas con intereses sociales distintos realzan o destacan aspectos distintos del contenido percibido. La percepción es selectiva y la selección viene determinada en este caso por los intereses sociales de los perceptores.
Pongamos un ejemplo. Pensemos en una gran mansión de una familia de aristócratas ingleses de principios del siglo XX.
Pensemos en una escena entre la señora de la casa y un miembro de la servidumbre en los pasillos de la mansión, donde la primera da instrucciones a la segunda. Las personas que son afines a las clases dominantes destacarán la belleza de la vestimenta de la señora y su educado hablar, y sobre su percepción se edificará admiración, complacencia, e identidad; mientras que los afines a la revolución socialista destacarán el estado de servidumbre en la que se encuentra la sirvienta, y sobre su percepción se edificará rechazo, indignación y deseos de cambio social.
Debe tenerse en cuenta que la riqueza genera una gran atracción, y aún más entre los miembros de las clases sociales menos pudientes. Se puede decir que la riqueza atrae los ojos hacia ella mientras que la pobreza los aleja. Tampoco debe perderse de vista que durante mucho tiempo la percepción que se tenía del socialismo era la de una sociedad de vida asceta. Otro aspecto aún más que se debe tener en cuenta es que ante una situación social como la descrita entre la señora y la sirvienta, una mayoría de personas no piensa en cambiar esa relación social, sino que sueña con ser ellas la señora de la mansión.
Los ejemplos anteriores ocasionados por el grado y calidad de la atención y las ocasionadas por las diferencias de intereses sociales, se manifiestan como diferencias en los contenidos percibidos: en parte como diferencias en los aspectos a los que se les ha prestado atención, y en parte como diferencias en los aspectos que se han realzado o destacados. También las diferencias en la percepción pueden ser planteadas no sólo atendiendo a los aspectos destacados, sino también a los juicios de valor y sensaciones que se edifican sobre las percepciones.
En la vida real todas las funciones psicológicas superiores actúan de forma mancomunada. Y los conceptos, los juicios, los deseos, los anhelos y un sinfín de formas de la subjetividad se edifican y se entrelazan con la percepción. La percepción se debe analizar como una parte de un todo integral dinámico. La percepción, sobre toda la que está estrechamente vinculada con la práctica, es una vivencia. No sólo se percibe el mundo, también se le siente y se le padece. Y también en vinculación con la percepción se desea, se anhela y se sueña. Forma parte del sujeto lo posible y lo imposible, lo que se posee y lo que no se tiene, la realidad y la ilusión.
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