Pequeños hombrecitos

  Los dueños de la casa estaban todavía dormidos. Después de la fiesta de la noche anterior, toda la sala y la cocina eran un desastre, un tiradero de comida y botanas por doquier.

De sus escondites salieron los pequeños hombrecitos, vestidos con sus cascos de trabajo y sus herramientas de construcción, tenían el deber de conseguir la mayor cantidad posible de recursos para su gente.

Vivir escondidos entre las paredes de la casa es todo un reto. Primero está el evitar ser descubiertos por los humanos, luego el encontrar comida para todos. Pero la buena organización siempre les había resultado una gran aliada.

—¿Trajiste tu martillo? —preguntó el pequeño hombrecito.

—Desde luego que lo traje, esa pieza de chocolate servirá para comer todo un mes —respondió su pequeño amigo.

Rápidamente se pusieron a cortar y demoler los restos que estaban tirados en el suelo. Debían adelantarse a las mascotas, que si bien nunca les habían dado problemas, seguramente esta vez podrían pisotearlos y lastimarnos.

Los hombrecitos trabajaban lo más rápido posible. El ruido de sus herramientas apenas se escuchaba en la casa.

¿Pero quienes eran esos seres diminutos, vestidos como obreros de la construcción, que viven en las paredes y se escondes para no ser vistos? ¿De dónde salieron en un principio? ¿Cuánto tiempo llevan habitando la casa?

Todas esas preguntas quedaban siempre sin respuestas, pero ellos continúan hasta el día de hoy colectando recursos que los humanos desechan, viviendo escondidos, pero muy activos dentro del hogar.