Después de una larga jornada de lavar ropa y limpiar la casa, me dispuse a recoger la ropa, cuando saqué un pantalón de un gancho, como esperando la oportunidad para encontrar dónde posarse, llegó este lindo escarabajo y se detuvo sobre un extremo del gancho.

Llamé a mi esposo rápido para que me pasara el celular antes de que se fuera, pero no lo hizo, se quedó allí mucho rato. La cámara de mi celular no es tan buena, porque siento que no se aprecia su belleza como en persona.

Las líneas de su caparazón son doradas, como de oro, y su cabeza era entre un vinotinto y marrón oscuro, pude observarla detenidamente.

Mientras lo observaba empecé a pensar: "Es tan pequeño y tan frágil, pero tan hermoso y confiado. Él sabe que estoy aquí, tomándole fotos, pero no ha huido"

Continué mis labores, pero me quedé enganchada pensando en los pequeños detalles de la naturaleza y todo ese mundo en miniatura que desconocemos o despreciamos. Luego lo apliqué para la vida: ¿Cuántas cosas no valoramos por ser pequeñas? Un beso, una caricia, una mano en el hombro, alguien que solamente esté cuando lo necesitamos. Pero no, nos hemos vuelto tan materialistas o estamos tan apresurados todo el tiempo nos estamos perdiendo de la belleza en miniatura.

Somos parte de una hermosa y gigantesca creación que nos ofrece una variedad de colores, espacios y sonidos, todo, desde lo más grande, hasta lo más pequeño, es absolutamente necesario para el equilibrio de la misma. Como seres humanos estamos compuestos, por dentro y por fuera, de detalles mínimos, pero todos contribuyen para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo.

Valoremos los pequeños detalles y disfrutaremos de una belleza genuina.