Hola, ¿cómo están?

Quiero agradecerles por dejarme sentir sola cada vez que teníamos la oportunidad de ocupar el mismo espacio. No importaba si era algún centro comercial, el autobús, alguna oficina, salones de clase, conferencias o alguna reunión hecha con la intención de que socializáramos.

Pensando que la práctica hace al maestro, me puse a probar con varias formas de acercarme a ustedes para ver cuál me funcionaba y así, alcanzar la meta de formar parte de un grupo. Compartir libros, audios, ser amable, usar una personalidad falsa, entre otras fueron las tácticas que usé.

Con el paso de los años me di cuenta de que, si uno se sobre esfuerza para conseguir amigos termina por traicionarse a sí mismo para caer bien y no estar solo. Lo mejor es dejar las cosas así y aprender a lidiar con la soledad.

En la vida real, lo que importa es lo que uno, como individuo, pueda hacer y aportar -principalmente en cuanto a posesiones materiales y grandes cantidades monetarias se refiere-. Una buena personalidad, la empatía, los gustos compartidos y demás cosas que creí que eran útiles a la hora de congeniar y formar conexiones duraderas sólo funcionan en la fantasía.

Sin embargo, debo reconocer que en esa búsqueda adquirí muchos tesoros invaluables que sirvieron para que descubriera cosas nuevas y las agregara a mis gustos propios, pero no para dejar de ser más solitaria que el número uno.

Espero que nunca tengan que pasar por esta clase de situaciones. Si yo estuve a punto de volverme loca varias veces, ustedes que no saben vivir sin compañía, caerán más rápido.