Una vez hace poco tiempo, en una linda tarde que estaba acompañada de una llovizna suave y un frío acogedor. Valentina, una tierna niña de 7 años, iba a salir a caminar con su abuela Enriqueta. Ella se prepara antes de salir. Se coloca unas botas, unos shorts, una chamarra y un gorro. Su abuela muy tranquila, solamente se cambió las sandalias que tenía por unos zapatos deportivos, y luego agarró del paragüero su viejo y muy confiable paraguas desgastado.

Valentina, que no dejaba pasar la oportunidad de hacer cada pregunta que se le ocurría, le preguntó a su abuela, algo extrañada:

- Abue ¿Por qué no agarraste alguno de tus paraguas nuevos? Ese está todo viejo y hasta tiene goteras.

La abuela, muy sonriente, se quedó en silenció por un rato y luego contestó:

- Vale ¿Tú cambias de amigo cada vez que alguno tiene un problema?

La niña la miró muy confundida. Y rápidamente respondió:

- No abue. Pero eso no tiene nada que ver.

- Claro que sí, mi niña. Tienes que ver a tus paraguas cómo a tus buenos amigos.

La niña seguía muy confundida.

- Abue, no te estoy entendiendo nada. - Le dijo.

- Verás Valentina. Cuándo estés más grande, vas a necesitar de buenos amigos que te ayuden a andar por la vida, y te mantengan protegida de tus miedos e inseguridades. Así cómo un paraguas te protege de la lluvia. Claro está que con el tiempo, a ti también te va a tocar hacer la función de un paraguas. Estarás ahí para tus amigos, y les enseñaras que por mucho miedo que tengamos, siempre habrá alguien para apoyarlos.

La niña estaba confundida.

- ¿Y ése es tu mejor paraguas, a pesar de cómo está?

- Sí, lo es realmente. Ha estado conmigo durante muchos años, y sigue siendo igual de funcional. No importa si tiene goteras, toda las amistades las tiene. Lo importante en una amistad es no dejar que el viento se lo lleve todo, a un lugar tan lejano que ya no pueda recuperarse lo perdido.

Para ese momento ya habían llegado a la placita del pueblo. Se sentaron juntas en uno de los banquitos. Entonces Valentina comenzó chapotear con sus botas el agua de un pequeño charco. Ambas estuvieron en silencio por un momento, viendo a la gente pasar, y la lluvia caer. Finalmente Valentina ve a su abuela y le hace otra pregunta:

- Entonces una amistad se basa en eso, yo te ayudo con tus miedos y tú con los míos. ¿Y ya?

La abuela se río un poco antes de verla a los ojos. Entonces cerró su paraguas, se levantó del banco y dió un par de pasos. Luego le respondió:

- Valentina, debes tener en cuenta algo. Con el tiempo, por sentirte tan protegida, te darás cuenta de qué a veces, para ser más feliz, hay que aprender a bailar bajo la lluvia. Y entonces ahí te darás cuenta de que tienes al paraguas correcto.