Se puede decir que tras tantas lecturas de calidad y el cultivo de su alma de filósofo se convirtió en una especie de pacificador, un juez de paz entre sus contemporáneos, quienes confiaban en su criterio por ser tan ecuánime y comedido. Una forma tranquila y sosegada de contribuir con un mundo mejor, por lo visto no contaba con un escudero, sino que se bastaba para ejercer esa misión.

Siempre es un gusto leer su contenido, apreciado amigo.