La tierra prometida

El diminuto duendecillo caminando por un sector donde los humanos siembran diferentes plantas para su consumo, ve con sorpresa y también admiración como 3 hongos de color azules en su parte superior, se encuentran en uno de ellos.

Corre velozmente al lugar donde tienen su ciudad, muy cerca de allí, en las profundidades de la tierra y dirigiéndose al jefe le dice balbuceante.

-Los he… encontrado.

El viejo duende no entiende lo que le dice y pregunta.

- ¿Qué has encontrado?

-A los hongos azules que dice la leyenda aparecerán en la tierra donde debemos vivir.

Pone ojos grandes y vuelve a preguntar.

- ¿Estás seguro?

El duendecillo mueve su cabeza en señal de afirmación.

-Llévame a donde están

Tomados de la mano ambos salen corriendo como un rayo y llegan al lugar indicado.

Como un doctor que ausculta a un paciente, el viejo duende va revisando minuciosamente todo el hongo.

Se sube hasta la parte superior, mira a su alrededor y ve plantas de diferentes frutas, además como a treinta metros una vivienda donde no se encuentra nadie, pero viendo los utensilios en la cocina supone que está habitada.

Ya al lado del joven duende le dice.

-Sin dudas es el lugar indicado.

Se van hasta la ciudad donde viven y en una gran reunión les dice a todos.

-Nos mudamos, la tierra prometida ha sido señalada, un lugar con muchos tubérculos que nos servirán para alimentarnos, sin ruido de motores, ni aire contaminado, además con muchas frutas y plantas. Tendremos que trabajar duro para construir la ciudad porque esta debe estar más profunda que esta.

Como Moisés llevando a los judíos a través del desierto todos marchan detrás del viejo duende.

El primer problema que se consiguen es que hay muchas hormigas en el lugar y la lucha es feroz para ahuyentarlas, el segundo es que por días cae mucha agua desde el cielo y el terreno se torna inseguro.

Sin embargo, continúan su labor sin descansar, pero llega un momento que los duendes guerreros ya se encuentran exhaustos de la pelea contra los himenópteros, mientras que los constructores encuentran muchos obstáculos por los restos de piedra que existen en el lugar que parece haber sido un basurero donde quemaban la basura, a pesar que nuevos duendes al enterarse del hallazgo se suman a la colonia existente.

Ante el colapso el duende sacerdote propone que se haga un santuario alrededor de las raíces de los hongos y se hagan rituales pidiendo consejos al mismo.

De esta manera todos los habitantes del lugar van desfilando ante las raíces, algunos se encuentran desesperanzados de la idea de vivir en el lugar y comienza a parecerles erróneas las interpretaciones del duende anciano y van formando grupos que terminan separándose y haciendo aminorar la población y la gente que trabaja.

- ¿Qué hacemos? – Es la pregunta común de los habitantes al anciano.

-Esperar, el mundo no se creó en un día y quien permanece fiel a los designios del todopoderoso obtiene su recompensa.

Cuando ya quedaban menos de 50 duendes el sacerdote los reúne alrededor de la raíz y les dice.

-Cada uno coma un pedazo pequeño de la raíz.

Todos se miran extrañados, pero obedecen.

A los pocos minutos sienten un escalofrió en todo el cuerpo y después una energía sobrenatural los invade.

La lucha contra las hormigas termina en pocos días y la ciudad termina de construirse en menos de una quincena.

Cada vez que las fuerzas desfallecían tomaban una nueva ración.

Al final amurallaron el lugar para evitar que nadie del exterior pudiera entrar a la ciudad.

Se transformaron en una secta que dejó de recorrer los lugares que se encontraban alrededor y vivían tranquilos comiendo tubérculos que el hombre sembraba en el lugar, perdiendo contactos con los otros de sus especies.

A los años el duende anciano murió y un día con sorpresa encontraron que las raíces habían desaparecido y que igualmente los tubérculos ya no estaban.

Los ruidos se multiplicaron y un día una gran pala de una maquinaria destruyó todo y solo unos pocos pudieron huir.

Entre ellos el nieto del duende sacerdote quien con sorpresa lee en los oráculos de su abuelo que dice “La tierra prometida no se encuentra en este mundo”