Caso cerrado

El cuerpo tendido en la hamaca con los ojos cerrados tiene el aspecto de alguien dormido y al primer momento eso le pareció al sargento Méndez, hasta que lo toca y siente el frio de la muerte que le recorre el cuerpo.

Instintivamente da un paso atrás y dirigiéndose a uno de los detectives le ordena que llame al forense.

En la pequeña cabaña del bosque todo está en orden, no existen rastros de peleas ni a simple vista que el móvil haya sido para robarlo.

Media hora después el patólogo determina que ha muerto producto de un envenenamiento y se debe esperar que un examen más profundo, hecho durante la autopsia indique cual fue la sustancia que lo provocó.

No existen viviendas alrededor, la más cercana está a más de un kilómetro de distancia por lo que las hipótesis se hacen mucho más difíciles de crear.

Méndez con muchos años de experiencia en el cuerpo policial tiene la suya, pero no la expone, sino que prefiere hacer sus propias averiguaciones al respecto.

Hace una lista de las personas que tuvieron algún lazo filial con la víctima, así como el núcleo de amigos y en lugar de interrogarlos en el edificio destinado para eso en la comisaría, los visita en su residencia.

El hombre resulta ser un artista caído en desgracia tras el fracaso de una relación que mantenía a distancia con una señorita que vive en otro continente, de carácter iracundo y poco amigable, por lo que sus familiares no sabían de él desde hacía cinco años y pensaban que andaba en alguna gira artística en otro país.

El panorama se va aclarando y cuando los estudios patológicos indican que murió por envenenamiento de cianuro en pequeñas porciones tomado consecutivamente tuvo la solución del misterio.

Fue de nuevo hasta la cabaña para cerciorarse que no se le escapaba nada y aunque no encontró una nota suicida, común en estos casos, estuvo seguro que el hombre se había suicidado.

El caso se cerró y del otro lado del océano la sonrisa macabra de una bella mujer refleja su satisfacción.

Usando hipnosis por medio del teléfono celular fue la artífice que el hombre tomara esa decisión y el aparato que sirvió para tal acción acaba de llegar a través de una agencia de envió desde el otro continente, el remitente es una nueva víctima que aún no sabe que está en la lista de sus macabros planes.