A mediados del siglo XIV en la naciente cultura mediterránea, la danza formaba parte de la cotidianidad, las ofrendas o sacrificios que implicaban un evento importante y bien desarrollado era parte del día a día.

En este sentido la danza en sus orígenes y según los hallazgos arqueológicos, su interpretación podría inferirse que no era sencillo, al contrario, era elaborado, colmado de sentimientos que se expresan danzando con o sin ropas, su concepción de celebrar o compartir, rendir honor a dioses debía reflejarse en este tipo de actos, sin tabú.

Sin duda era una manera pura de exteriorizar emociones, agradecimientos y enojos. Se puede decir que este es solo una pequeña capsula del nutrido mundo de la danza y sus orígenes, son muchos los libros antiguos que citan la necesidad de danzar del hombre, en donde se exagera las expresiones corporales.

Entre tanto, desde Europa se observaron exquisitas manifestaciones y el uso de instrumentos como la flauta, posteriormente en América específicamente México es el sitio ideal; ya que era en los grandes patios donde la danza se hacía presente como actividad social grupal, retomando el baile en forma de círculo, permitiendo a ciertos personajes estar dentro de este círculo, especialmente los ancianos.

Como resultado de lo anteriormente planteado, se da una muestra expresiva que posteriormente sería incorporada en la gimnasia, de manera preventiva y medicinal para fortalecer el cuerpo. Además, en estos eventos participan personajes importantes de la sociedad como lo eran los sacerdotes, la danza se concebía como un acto sagrado.

Para culminar se debe mencionar que la danza fue enriquecida notoriamente por las peregrinaciones, debido a que en cada lugar adquiría un matiz peculiar, que ha sido inspiración para exquisitas piezas de ballet, lo que ratifica que la danza también se inspira en la historia, se impregna de ella con sus únicos y especiales temas dando como resultado que las nuevas generaciones se culturicen a través del arte utilizando la danza y el ballet.