Para mi es un placer

_{Diseñada en PowerPoint/ Imágenes propias}

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Uno de mis mayores placeres durante estos últimos tiempos es visitar al pueblo donde nací y transcurrió una gran parte de mi vida: Mucoelrío. Allí residen todavía casi todos mis hermanos y muchos amigos de la infancia y, aunque ya el lugar, con el paso de los años y la influencia de los imparables avances tecnológicos, ha cambiado bastante, nosotros nos empeñamos en que aquellas costumbres de un dichoso pasado no las arrasen los intransigentes hábitos modernos.

Puedo ir a mi querido terruño en cualquier época del año, pero me encanta estar allá en los días decembrinos, debido a que en esas fechas concurren también todos esos fraternales compañeros que, al igual que yo, debieron salir del pueblo por razones de estudio o de trabajo y tuvieron que quedarse, por mandatos del destino, viviendo lejos de su tierra. Cada navidad, además de la emotiva alegría natural de estas celebraciones de fin de año, se convierte en un entrañable reencuentro para rememorar innumerables anécdotas y disfrutar de la singular idiosincrasia de nuestro suelo.

Mucoelrío es un pueblo pequeño que siempre ha sabido disfrutar la vida, a pesar de que, al igual que el resto del país, ha padecido las consecuencias de las malas decisiones gubernamentales. Su gente se las ha sabido arreglar para que el ánimo y el optimismo resplandezca en todo momento. Es un gran placer percibir que, desde el momento en que llegamos y comenzamos a visitar a los familiares y a los viejos amigos, en cada uno de los hogares nos quieren brindar comida, café, frutas y de todo cuanto dispongan; es un amoroso desprendimiento que ha existido desde tiempos inmemoriales y que no ha podido erradicar ni el paso de los años ni la mala situación.

Otra de las costumbres emblemáticas de este hermoso lugar es la informal reunión en el inmenso patio de cualquiera de las casas para cocinar un sancocho, o cualquier otra comida, mientras se conversa y se echa broma, hasta que llega el momento en que es necesario buscar los instrumentos musicales porque el canto forma parte de nuestra genética y es infaltable en estos gratísimos encuentros. Se interpretan, sobre todo, las canciones que los poetas populares de Mucoelrío le han compuesto a su tierra, además de casi todo el repertorio del pentagrama oriental.

En los días navideños, es habitual que de esas reuniones surjan, entonces, las tradicionales parrandas; es decir, los músicos y cantores se ponen de acuerdo para llevarles a los amigos una serenata, en la que se cantan solo aguinaldos improvisados. Estos los reciben con suma complacencia y les brindan a los parranderos bebidas y alimentos propios de la época. Es una folclórica expresión que se encuentra íntimamente ligada a las celebraciones decembrinas.

El amor a la familia y los amigos, el apego a la tierra en que nacimos, el ambiente tan especial y emotivo que encontramos y las innumerables tradiciones que persisten en ese lugar donde transcurrió una gran parte de nuestra existencia nos llenan de un especial placer cada vez que lo visitamos.

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Invito a los amigos @theatrorve, @sharifanamin y @jenniferm a que se sumen a este concurso con tan sugestivo nombre: Para mí es un placer.

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_{Nota: Todas las imágenes pertenecen al autor y fueron tomadas con una cámara Sony, modelo: DSC-W180.}