Una imagen, una historia

¿Qué tanto aprovechamos nuestra vida?

Es una de las preguntas que con más frecuencia me hago a mí misma, en cualquier etapa, la vida pasa en un cerrar de ojos. No puedo comprender si es bueno o malo, creo que nunca es suficiente para vivir todo lo que quiero y para lograr todo lo que me propongo.

Para mí, la niñez es el momento más feliz de nuestra vida, y es irónico que es la etapa que menos disfrutamos. Siempre con la frase de "ya quiero ser grande" no comprendemos la responsabilidad que lleva tener una vida de adultos, todo lo que se sufre, todo lo que se trabaja, todo lo que nos complica la existencia.

Cuando somos niños, nuestra única preocupación es cuantos juguetes nos darán al llegar el fin de semana, o porqué mamá sirvió brócoli en vez de unos ricos macarrones con queso. Quiero aclarar que hablo desde mi experiencia, no soy la típica ignorante que desconoce la situación de miles de niños que viven en la calle.

Siempre fui inconforme con la vida que he llevado, a pesar de que nunca me han faltado los lujos, mis padres se han encargado de eso, pero, sorprendentemente eso nunca ha sido suficiente para mí.

Tener el teléfono más caro, usar ropa de marca o un auto bonito jamás ha llenado mí corazón de ese calor familiar que veo en otras personas, y sé que en algún momento lo tuve, pero se esfumó entre mis manos, y cuando entré en mi adolescencia, todo se volvió un caos.

Desde entonces, ya no recuerdo la última vez que fui genuinamente feliz.

He pasado la mayoría de mis días intentando comprender qué me hizo falta. ¿Ropa? Siempre he tenido el closet lleno, ¿Comida? Jamás me he acostado sin comer, ¿Lujos? Ni en broma, eso es lo que más me sobra.

Entonces, ¿por qué no puedo estar satisfecha?

Desde que me fui a vivir sola cuando cumplí la mayoría de edad he estado investigando y leyendo un poco más sobre la vida, filosofía tras filosofía, nada era suficiente para mí. Llegué a la conclusión de que la vida en cualquier sentido que le des es absurda, nada tiene sentido, solo vives como quieres y decides tu destino. Si tomas un mal camino, tienes una mala vida, si por el contrario piensas bien y tomas un buen camino. Tuviste suerte para tener una buena vida.

He estado una semana entera viniendo cada día a la playa, creo que es el único lugar que me transmite un poco de paz que la que podría tener incluso estando sola. Me atrevo a decir que ya ni siquiera soporto la soledad. Me es mejor venir acá y sonreír viendo a esas familias unidas disfrutando.

Veo a tres niñas frente a mí corriendo hacia la playa, con esa libertad y esas sonrisas que gritan "soy amada" y sonrío para mis adentros, me hace pensar en mis hermanas y yo cuando teníamos su edad, siempre sonrientes, siempre alegres, siempre unidas. Nuestra relación se vio afectada cuando crecimos, cada una tomó su rumbo, y aunque no está mal, no niego que muchas veces las extraño.

Y finalmente, creo que me doy cuenta de lo que me ha faltado todo este tiempo. Amor de familia.

Mis padres siempre estuvieron presentes para mí económicamente, pero nunca estuvieron cuando necesité un abrazo. Por ser la menor de mis hermanas, siempre he estado sola. Siempre me he sentido sola.

Quizás, la vida no es absurda, sino que debo sanar todo aquello que todavía le duele a mi corazón.

En esta oportunidad invito a @oswaldocuarta y a @adriancabrera