Sábado, día de descanso pero de fuertes emociones. Ayer en la noche ya casi cuando me disponía a dormir me llamó mi hermano desde Valencia notificando que habían sacado a mi sobrino, el del suspensor, ¿lo recuerdan?, tenía fuerte dolor en el testículo y hubo que sacarlo de emergencia.

Fue un momento de terror para nosotros porque mi sobrino es paciente renal, su corazón no aguantaría una operación y es allí donde se apostaba nuestra preocupación. Para mi hermano fue peor la angustia porque no conseguían ni siquiera transporte para trasladarlo, con tres carros en casa, todos sin gasolina, se convirtió en una noche de espanto. A través de los estados de Whatsaap, solicitaban gasolina a cualquier precio, ni taxi, ni ambulancias, ni transporte público se encontraba. A Dios gracias, apareció alguien para trasladarlo.

Al llegar al hospital le colocaron un calmante y entre varios médicos sugirieron operarlo, esa decisión era la menos que se esperaba pero, al parecer n había otra alternativa, la hernia se estaba estrangulando y corría peligro. Pasamos la noche más larga del mundo, rezando, suplicando que todo saliera bien, que mi sobrino resistiera. La buena noticia que llega más tardecita fue que se encontraba en buenas condiciones para ser sometido a la operación y también que la anestesia sería local y no general. Allí tuvimos alivio, seguimos rezando…

Mis sobrinas salieron muy temprano en la mañana para buscar todos los implementos quirúrgicos, en Venezuela no hay nada, los médicos con toda la buena disposición no cuentan con una maya que colocarían en su testículo, una faja, anestesia, guantes, gasas y todo lo demás. La unión familiar se hizo presente, gracias a Dios nuevamente.

A las ocho de la mañana mi sobrina era la primera en estar en la farmacia, compró y salió corriendo al hospital con todo, ¡gracias Dios mío, otra vez! No faltó nada y no hubo necesidad de correr a varias farmacias, hasta exámenes de laboratorio en el hospital hubo que pagar.

A las nueve y media de la mañana los exámenes de laboratorio estaban listos, todo bien, sus valores a pesar de ser paciente renal como les cuento, salieron muy bien. Su disposición de vivir ha sido fundamental en todo el proceso que ha vivido mi sobrino. Sus dos hijos lo mantienen con fuerza ¡Gracias a Dios!

De igual manera continuamos con mucha angustia, hasta que no saliera de quirófano, no podíamos estar tranquilos ninguno. Las líneas telefónicas, patéticas. Parece que todo el mundo se le viene encima a uno cuando está en estos menesteres.

Llegó la hora, metieron a mi sobrino a sala de operación exactamente a las 12 y 21 del medio día ¡Dejamos todo en manos de Dios! Las horas más largas del mundo…

2:37 recibo el mensaje de una de mis sobrinas: Tía, ya salió, todo bien…

GRACIAS SEÑOR, GRACIAS, INFINITAS GRACIAS…

Salí corriendo a llamar a mi hermano quien se encontraba en su casa con mi cuñada. Mis sobrinas no quieren que salgan de casa ninguno de los dos por el tema de la pandemia. Las líneas allá están perores y yo corría con la suerte de poder ubicarlos rápido. Llamé para tranquilizarlos, no sabían nada, mi pobre hermano y cuñada respiraron… ¡Gracias Dios!

Durante todo el día estuve más pendiente del teléfono que de otra cosa. Mi sobrino tardó dos horas en recuperarse completamente. Los médicos dijeron que la anestesia no pudo ser local porque sintió dolor cuando apenas intentaron abrir, lo sedaron completo, cortaron la hernia y 20cm de una tripa a nivel del ombligo porque estaba casi estrangulada también, la hernia era invasiva. ¡Resistió, mi sobrino RESISTIÓ! ¡Gracias DIOS!

Ahora toca comprar las cosas para la cura diaria y una faja especial abdominal ¡Gracias Dios!

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