Guardia / Guard

in WORLD OF XPILAR3 years ago (edited)

Un saludo a todos, el siguiente relato fue inspirado por el arte digital de @xpilar, los invito a que visiten su blog. La imagen que motivó este relato es la siguiente.


Greetings to everyone, the following story was inspired by the digital art of @xpilar, I invite you to visit his blog. The picture that motivated this story is the following.



Fuente / Source

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Español

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Guardia

Leonard se estiró en su asiento, abrió su boca tan grande como las comisuras de sus labios lo permitieron y exhaló un largo y sonoro bostezo, era el día cuatrocientos noventa y tres de su guardia, en sólo siete días más, podría regresar a la Tierra, el mundo que conocía habría envejecido veinte años, más que los casi dos que habían transcurrido para él, era la pena que debía pagar por ser dos millones de Terrans menos pobre, pero para alguien sin familia, ni obligaciones, era un costo bajo a pagar.

Palmeó la consola, que parecía prolongarse frente a su cómodo asiento, de un lado al otro hasta donde su vista alcanzaba a distinguir, y la profunda oscuridad que se extendía sobre su cabeza, repentinamente se iluminó con una fluorescencia que fue ascendiendo en intensidad desde el rojo, pasando por el naranja y amarillo, hasta llegar a un intenso color blanco, que hizo contraer sus pupilas, hasta convertirse en diminutos puntos, revelando la gigantesca cúpula que lo cubría.

Su ahora insignificante panel de control, se encontraba al extremo de una descomunal sala, cubierta por una cúpula, en la que, repentinamente, se empezó a proyectar lo que parecía una escena submarina, con centenares de extrañas criaturas nadando, de infinidad de curiosas maneras, de un lado al otro formando peculiares y hermosos patrones.

En efecto Leonard se encontraba en una edificación en forma de cúpula, sumergida en una de las lunas de Sextante Lambda c, un satélite de las dimensiones de la Tierra, con una gravedad y densidad casi iguales, pero sin tierra firme en su superficie; y que servía como uno de los puntos de vigilancia del perímetro del sector de control humano de la galaxia.

Leonard como único habitante de aquella edificación submarina, era el operador de guardia de los sistemas de defensa que están distribuidos por todo el sistema planetario de Sextante Lambda. Era el único humano en más de cuatro años luz a la redonda, y a varias decenas más, del planeta colonia más próximo.

Más que un operador, era una especie de conserje, pues todo en aquella edificación funcionaba automáticamente, no requería de ningún humano para operar los sistemas de armas, una IA se haría cargo, en caso de que algún inadvertido hostil osara entrar en el alcance de los sensores.

Su labor era la de vigilar que todo anduviese en orden, estar atento a reponer las baterías de respaldo en caso de que se agotaran, sustituir los filtros de los sistemas de purificación de la atmósfera del computador principal, limpiar los ductos de circulación de agua refrigerante de los reactores, en caso de que algún animalejo se le ocurriera introducirse en ellos y otro sinfín de aburridas y monótonas tareas que ocupaban buena parte de su tiempo.

No había lugar alguno en aquella instalación que le fuera ajeno, sus obligaciones, lo habían llevado a conocer hasta el más mínimo recoveco del edificio. Sin embargo, desde hace varios días una duda le atormentaba. Durante la limpieza de los ductos de entrada de agua, había tenido que usar un sumergible pilotado a distancia, para reemplazar las rejillas de protección de las entradas, y recorriendo la pared oeste del edificio de máquinas, descubrió una portilla de entrada de una exclusa de aire que no sabia que existía.

Mientras veía embelesado el valet de criaturas que danzaban en los alrededores del domo proyectadas dentro este, pensaba a dónde conduciría aquella exclusa, acosado por la duda, se puso de pie, y salió del domo recorriendo el pasillo que lo llevaría a la sala de máquinas, un edificio que se unía al domo a través de un largo túnel, una vez en ella se dirigió al ala oeste.

Mientras caminaba por los pasillos que vibraban al ritmo de las maquinarias que llenaban sus habitaciones, pensaba que haría a su regreso en la Tierra con todo el dinero que le pagarían, su antigua vida le parecía tan lejana que era casi un borroso recuerdo, era mecánico de primera en el ejército, su tiempo se iba en horas y horas de desarmar y armar motores de antimateria, de las naves de transporte.

Cuando regresara, nunca más trabajaría, tomaría la mitad de lo que le pagarían y lo invertiría en comprar una flota de recolectores robots y los pondría a trabajar en la limpieza de la órbita, había buen dinero en ese trabajo y con el resto compraría varias hermosas aeromansiones, usaría una para vivir y las otras las arrendaría. Pasaría el resto de lo que le quedara de vida, observando a los pobres mortales de la superficie, desde su mansión en las nubes, riéndose de sus desventuras.

Llego a un recoveco que ya antes había recorrido y en el que siempre notó que el pasillo parecía terminar abruptamente en un cruce a la izquierda, que no estaba ahí en el ala este, donde en cambio, se encontraba el depósito de los consumibles del sistema de refrigeración del reactor.

Palpó la pared y sintió que algo andaba mal, se sentía una vibración que no debía estar ahí, pues se suponía que atrás sólo debería haber aislamiento, usó el escáner de estructuras, para detectar su había cableados o tuberías atrás y notó que la pared parecía ocultar un espacio hueco, y que además albergaba una atmosfera respirable, algo por demás extraño, pensando en las habitaciones llenas argón o completamente vacías, en las que operaban la mayor parte de las maquinarias de la sala.

Tomó de su cinturón la sierra de mano y empezó a cortar el recubrimiento de la pared para ver que había tras él, y después de desmontar el de la mitad de la pared, encontró una puerta oculta. Qué rayos era aquel lugar, se preguntó, nadie le dijo que aquello estaba ahí, y tampoco figuraba en los planos de la instalación, tomó el tirador que supuso servía para abrirla, y rogando no encontrarse con algún secreto militar que le constara la recompensa que le habían prometido, tiró de él y la puerta se deslizó hacia afuera, revelando un extenso pasillo lleno de lo que parecían decenas de cápsulas de hibernación, entró y se dio cuenta de que el pasillo que veía no era el único a su derecha e izquierda la sala se extendía, dejando entrever decenas de pasillos paralelos similares.

Un extraño escalofrío recorrió su columna a medida que se aproximaba a la primera de las capsulas y se asomaba a una especie de ojo de buey, que, a manera de ventana, se asomaba a su interior, dentro pudo ver el rostro pálido y durmiente de una mujer de unos treinta años de edad. Vio la pequeña placa que había bajo ventanilla y tenía escrito el nombre Laila, seguido del número 3344.

Caminó unos pasos más y se asomó a la ventanilla de la siguiente cápsula y al igual que en la anterior, había una persona en su interior, en esta ocasión se trataba de un hombre, también en sus treinta, moreno y de cabello rizado, miró la placa y se sorprendió al ver lo que decía, Leonard 3344.

Sorprendido dio un salto atrás y miro sobre su pecho, el nombre bordado en su uniforme, Leonard 124, aquel número del que siempre desconoció su significado, empezó a cobrar sentido, que era todo aquello, que hacia toda esa gente allí.

Mientras se estremecía por el miedo y la sorpresa, no pudo notar como, silenciosamente, por uno de los pasillos, se aproximó a sus espaldas, portando una pistola hipodérmica entre los tres dedos de su mano, una descomunal figura de unos dos metros y medio de alto, que le tomó por un hombro y con fuerza sobrehumana lo contuvo, impidiendo que se diera vuelta, mientras con su otra mano apoyó la pistola en el cuello de Leonard y disparó su contenido de fármacos.

Leonard sintió como si una oleada de electricidad recorriera todo su cuerpo, paralizándolo y sumiéndolo en un profundo estupor, mientras su mente empezaba a adormecerse, pudo escuchar una chillona y sintética voz decir:

“El tercer ciclo de Leonard 124 debió ser interrumpido antes de llegar a su fin, el individuo descubrió la sala de éctasis de operadores, procedo a iniciar el tercer ciclo de Laila 124”.

Lejos del sistema Sextante Lambda, la Tierra era un mundo árido y muerto, al igual que todos los antiguos mundos colonias, extintos tras centenares de años, de una guerra que involucró a varias facciones de la galaxia, y que llevó a la casi extinsión de todos los humanos, quienes ahora ocupaban un pequeño y apartado gueto, muy lejos de lo que antes fue su dominio galáctico, en el cual, aún, algunos de los sistemas de defensa automatizados que antes sirvieron para su defensa, continúan operando, ignorantes de que sus antiguos amos ya no estaban, y sirviendo como olvidadas amenazas, a la espera de que incautos se aproximen a sus sensores, para ser víctimas del despertar de sus durmientes armas.

Texto de @amart29, Barcelona, Venezuela, mayo de 2022

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English

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Guard

Leonard stretched in his seat, opened his mouth as wide as the corners of his lips would allow and exhaled a long, loud yawn, it was the four hundred and ninety-third day of his watch, in only seven more days, he could return to Earth, the world he knew would have aged twenty years, more than the almost two that had passed for him, it was the penalty he had to pay for being two million Terrans less poor, but for someone with no family, no obligations, it was a small cost to pay.

He patted the console, which seemed to extend in front of his comfortable seat, from one side to the other as far as his eyes could see, and the deep darkness that extended over his head, suddenly lit up with a fluorescence that ascended in intensity from red, through orange and yellow, to an intense white color, which made his pupils contract, until it became a tiny dot, revealing the gigantic dome that covered him.

His tiny control panel was at the far end of a huge room, covered by a dome, in which, suddenly, what looked like an underwater scene began to be projected, with hundreds of strange creatures swimming, in an infinite number of curious ways, from one side to the other, forming peculiar and beautiful patterns.

In effect Leonard was in a dome-shaped building, submerged in one of the moons of Sextant Lambda c, a satellite of the dimensions of the Earth, with a gravity and density almost equal, but without solid ground on its surface; and that served as one of the surveillance points of the perimeter of the human control sector of the galaxy.

Leonard as the only inhabitant of that underwater building, was the guard operator of the defense systems that are distributed throughout the planetary system of Sextant Lambda. He was the only human in more than four light years around, and several dozen more, from the nearest colony planet.

More than an operator, he was a sort of janitor, since everything in that building worked automatically, it did not require any human to operate the weapons systems, an AI would take over, in case some unwitting hostile dared to enter the range of the sensors.

His job was to make sure everything was in order, to be attentive to replenish the backup batteries in case they ran out, to replace the filters of the main computer's atmosphere purification systems, to clean the reactors' cooling water circulation ducts, in case some little animal thought of getting into them, and other endless boring and monotonous tasks that took up a good part of his time.

There was no place in that facility that was alien to him, his duties had led him to know every nook and cranny of the building. However, for several days a doubt had been tormenting him. During the cleaning of the water inlet ducts, he had had to use a remotely piloted submersible to replace the protective grids of the inlets, and while walking along the west wall of the engine building, he discovered a porthole for an airlock that he had never known existed.

While he watched in rapt attention the valet of creatures that danced around the dome projected inside it, he thought about where that airlock would lead to, beset by doubt, he stood up, and left the dome walking along the corridor that would take him to the engine room, a building that joined the dome through a long tunnel, once there he headed to the west wing.

As he walked through the corridors that vibrated to the rhythm of the machinery that filled his quarters, he thought about what he would do upon his return to Earth with all the money he would be paid, his old life seemed so far away that it was almost a blurred memory, he was a top mechanic in the military, his time was spent in hours and hours of disassembling and assembling antimatter engines, of transport ships.

When he returned, he would never work again, he would take half of what he would be paid and invest it in buying a fleet of robot harvesters and put them to work cleaning the orbit, there was good money in that job and with the rest he would buy several beautiful airmansions, he would use one to live in and the others he would lease. He would spend the rest of his life watching the poor mortals on the surface from his mansion in the clouds, laughing at their misfortunes.

He came to a nook he had traveled before and where he always noticed that the corridor seemed to end abruptly at a junction to the left, which was not there in the east wing, where instead, the reactor cooling system consumables depot was located.

He felt the wall and sensed that something was wrong, he felt a vibration that should not be there, because it was supposed to be only insulation behind, he used the structure scanner to detect if there was wiring or pipes behind and noticed that the wall seemed to hide a hollow space, and also harbored a breathable atmosphere, something very strange, thinking of the argon-filled or completely empty rooms, where most of the machinery in the room operated.

He took the handsaw from his belt and began to cut the wall covering to see what was behind it, and after dismantling the one half of the wall, he found a hidden door. What the hell was that place, he wondered, no one had told him it was there, and it was not on the plans of the installation, he took the handle that he supposed was used to open it, and praying not to find some military secret that would cost him the reward he had been promised, he pulled it and the door slid open, revealing a vast hallway filled with what looked like dozens of hibernation pods, he stepped inside and realized that the hallway he saw was not the only one to his right and left the room stretched out, revealing dozens of similar parallel hallways.

A strange shiver ran down his spine as he approached the first of the capsules and peered into a sort of porthole, which, like a window, peered inside, inside he could see the pale, sleeping face of a woman in her thirties. He saw the small plaque under the window with the name Laila written on it, followed by the number 3344.

He walked a few more steps and looked out the window of the next capsule and just like the previous one, there was a person inside, this time it was a man, also in his thirties, dark and with curly hair, he looked at the plaque and was surprised to see what it said, Leonard 3344.

Surprised, he jumped back and looked at his chest, the name embroidered on his uniform, Leonard 124, that number of which he had always been unaware of its meaning, began to make sense, what was all that, what were all those people doing there.

As he shuddered with fear and surprise, he could not notice how, silently, through one of the corridors, approached behind him, carrying a hypodermic pistol between the three fingers of his hand, a huge figure of about two and a half meters tall, who grabbed him by one shoulder and with superhuman strength restrained him, preventing him from turning around, while with his other hand he rested the pistol on Leonard's neck and fired its drug content.

Leonard felt as if a surge of electricity ran through his entire body, paralyzing him and plunging him into a deep stupor, as his mind began to go numb, he could hear a shrill, synthetic voice say:

"The third cycle of Leonard 124 should have been interrupted before reaching its end, the individual discovered the operator ectasis room, I proceed to initiate the third cycle of Laila 124."

Far from the Sextant Lambda system, Earth was an arid and dead world, as were all the former colony worlds, extinct after hundreds of years. The war involved several factions of the galaxy, and led to the near-extinction of all humans, who now occupied a small and secluded sector, far from what was once their galactic domain, in which, still, some of the automated defense systems that once served for their defense, continue to operate, unaware that their former masters were no longer there, and serving as forgotten threats, waiting for unwary approaching their sensors, to be victims of the awakening of their dormant weapons.

Text of @amart29, Barcelona, Venezuela, May 2022

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Sólo me queda agradecer a @xpilar por permitirme usar su arte digital en mi publicación y por motivarla. Muchas Gracias @xpilar

Gracias a todos por visitar mi publicación, espero sus comentario y agradezco su apoyo, hasta la próxima


I can only thank @xpilar for allowing me to use his digital art in my publication and for motivating my creation. Thank you very much @xpilar

Thank you all for visiting my publication, I hope your comments and I appreciate your support, until next time

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