El procrastinador que fui

in Scouts y sus Amigosyesterday

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Imagen propia / Bitmoji / F


Mi existencia está, sin dudas, dividida por un antes y un después que los demarca de manera muy nítida la conformación de una familia, el momento en que comencé a convivir con la mujer que me acompaña; y la palabra procrastinar se encuentra ubicada en ese antes de soltería y desorganización que formaba parte de mi personalidad. En efecto, durante esa primera etapa de la vida, todo aquello que no debía ser realizado de inmediato tendía a postergarlo para un después que, por lo general, se prolongaba hasta los momentos en que debía entonces realizarlo de manera apresurada.

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Pasando el tiempo... / F

Así sucedía, por ejemplo, con los deberes estudiantiles: no importaba cuánto tiempo tuviese para hacerlos, siempre asumía que, a fin de cuentas, podría cumplir con esas tareas cuando faltasen pocas horas para entregarlas. Me acostumbré tanto a eso que llegué a convencerme totalmente de que bajo presión, azuzado por el inevitable vencimiento de las fechas de entrega, era mucho más productivo, emergían y se desarrollaban con mayor propiedad mis ideas. Desconozco, en verdad, cuánta razón tenía con respecto a este modo de proceder, pero lo cierto fue que casi nunca dejé de cumplir con esas obligaciones.

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Esperando el momento / F

Algo similar ocurría cuando, por cualquier malestar que se tornara muy severo, debía ir a verme con un médico. Solía aplazarlo con la esperanza de que mis dolencias fuesen desapareciendo con los remedios que ingería en casa hasta que el mal empeoraba y me obligaba irremediablemente a visitar a un profesional de la salud. Por fortuna, nunca me afectó una enfermedad de esas demasiado agresivas, difíciles de erradicar, que pueden desembocar en graves o fatales desenlaces, porque era seguro que la detectarían demasiado tarde.

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Hay tiempo... / F

Con los trabajos que debía llevara cabo en casa era lo mismo. Recuerdo que en cuanto llegaba el primero de diciembre, mi madre decía: "Hay que pintar la casa, ahí está la pintura; no quiero que llegue el 24 sin que se haga eso ni estar todos los días repitiéndote la misma cantaleta". Sin embargo, nunca dejaba de recordármelo hasta que, al fin, yo me disponía a cambiarle el color a nuestro hogar. Claro, después que comenzaba, mis hermanos mayores que tenían que trabajar todos los días me prestaban su ayuda de vez en cuando, pero yo tenía el deber de comenzar con esa tarea.

Y así era mi despreocupada cotidianidad en aquella etapa; nunca me cortaba el pelo a tiempo, la ropa que debía mandar a arreglar pasaba varios meses en el closet, la reparación de una vieja bicicleta de mi hermano jamás me dispuse a hacerla finalmente, a pesar de que algunos amigos me regalaron las piezas que le faltaban… hasta el día en que el amor y las obligaciones que emergen con el matrimonio me hicieron cambiar de modo radical.




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Invito a los amigos:
@mayberling,
@m-fdo y
@marito74

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Saludos amigo

Cuando somos jóvenes parece que el postergar las cosas es algo común .
Al leerlo parece que viera a mis hijos 😂
Wow mi hija la mayor 5 minutos antes de ir al liceo está haciendo las tareas y hasta lavando la ropa. y el varón bueno ni se diga.
Espero que con el tiempo puedan aprender hacer las cosas con tiempo jajaja

Fue un placer leerlo saludos

 6 hours ago 

Muy cierto... cuando somos jóvenes no nos preocupan mucho las obligaciones y dejamos todo para última hora. No sé si porque tenemos más energías o solo es una actitud rebelde de esa época. Gracias por sus comentarios, amiga. Saludos.

 7 hours ago 

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