Relato: Liberación
Yelena Arkádieva sintió un ligero dolor; la punta de la daga de plata pasando sobre su piel ardía como si la hubiesen metido en un horno. A cada paso sentía que algo se liberaba; voces extrañas empezaron a murmurar en sus oídos, narrándole algo que percibía como la historia de la familia de su madre. A cada paso, sentía que su interior despertaba luego de un largo letargo.
De forma abrupta se levantó, gritando con todas sus fuerzas. De su piel empezó a salir vello blanco; su rostro empezó a alargarse, tomando una forma animal. Aullando a la luna, anunciando su regreso, su despertar, su justicia, su venganza.
Un olor envolvió su olfato; un olor tan dulce, tan delicioso... El olor de la sangre que manaba de la mano de su esposo, quien sin temor se acercaba a ella con su mano sangrante extendida.
Una mordida fue suficiente para darse cuenta de su verdadera naturaleza; el sabor de la sangre era como la del vino tinto. El hambre y la sed por la sangre estaba satisfecha.
Y ella, la Loba Blanca de Rusia, era por fin libre de su prisión.
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