Una visión astrológica a la Historia del Arte (III) : El arte piscianosteemCreated with Sketch.

in OCD4 years ago

El arte que se desarrolla en el tránsito de Plutón por Piscis indica el inicio de períodos artísticos de relevancia. A diferencia de los ciclos que hemos visto anteriormente, el Arte Pisciano tiene una voz propia, que habla de la vida después de la muerte; tiene momentos muy luminosos, pero también momentos muy oscuros e inquietantes. Aquellos que se alejan de un arte vitalista como el caso de los ciclos de Aries (Berlioz, Balzac, Cervantes) o la perfección formal y la imaginación de Acuario (Mozart, Sade), el arte en Piscis tiene una constante presencia de la muerte y la resurrección en fuertes contrastes.

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El tránsito de Plutón por Piscis sucede en el periodo anterior al isabelino, marcado por el reinado de Carlos V ya en su decadencia, sin el surgimiento de la explosión artística del ciclo siguiente. Durante este período comenzaría tanto el gobierno de Felipe II de España como el de Isabel I en Inglaterra, que fue el período de esplendor español y también un período de grandes cambios en el país anglosajón. De la misma manera, en el ciclo decimonónico se presentaría todo el gobierno de Napoleón, caracterizado por cambios que transformarían por completo el panorama político y económico de Europa. El momento de la gran transición y muerte se presenta en Piscis para dar paso a una nueva etapa en Aries.

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Dante como el prototipo de las imágenes piscianas

Dante Alighieri es el artista que definió el infierno occidental. Las imágenes del infierno y el cielo que construyó con sus palabras han quedado por muchos siglos en el imaginario de la cultura durante muchos siglos. Obras tan recientes como La casa que Jack construyó, de Lars von Trier, tienen claras referencias a esta obra que ha sido homenageada y parodiada por siglos. Es precisamente ese contraste entre el cielo y el infierno el que caracteriza a los artistas de ambos períodos, con temas inquietantes relacionados con la muerte y el más allá, con resultados muy poco convencionales pero de gran valor, especialmente para quien sabe apreciarlos y se siente identificado con esta clase de arte inquietante que apela a un plano diferente al nuestro.

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Beethoven define la música pisciana

Beethoven tiene claramente dos períodos: uno en que se encuentra anclado al período clásico y otro en que se producen sus innovaciones más radicales y valiosas. Hay un fuerte enfrentamiento tanto en el carácter como el estilo del artista: un lado luminoso y tranquilo que produce obras bellas y tranquilas, otro lado impetuoso y caótico que trae imágenes inquietantes y oscuras. Es por ello que el carácter definitorio del artista en Piscis se encuentra en el primer movimiento de la Quinta Sinfonía: no es solamente un conflicto personal irresoluble llevado a su máxima expresión, es realmente la expresión de un conflicto interno del espíritu de los tiempos, donde hay dos series de ideas antagónicas en los individuos sensibles que no llega a resolverse, yendo a veces por secciones luminosas y a veces por secciones mucho más oscuras. El contraste define el arte de la época pisciana.

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Ese contraste, que comienza con la Tercera Sinfonía, termina de manera inquietante en los últimos cuartetos de cuerda y en la Grossa Fugue, escritos en los últimos años de la vida del compositor y ya en un período de tránsito con Aries. Ese contraste y enorme oscuridad de sus últimas obras llevan la impronta de un pensamiento oscuro y disonante, mucho más cercano a la música compuesta bajo los principios de la atonalidad.

Goya y el contraste de la vida y la muerte

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El artista que nos viene a la mente cuando pensamos en imágenes inquietantes y oscuras es sin duda Francisco de Goya. Este pintor español guardaba para sí mismo las inquietantes Pinturas negras, imágenes poderosas, oscuras y terribles que estaban ocultas a la vista del público y que seguramente pocos conocieron en vida del artista, que tienen un fuerte contraste con su obra plástica en la que retrataba a la corona y donde se aprecian obras icónicas como La maja desnuda. A esa quietud y colorido de esas obras contrastan las imágenes de las Pinturas negras, de una crudeza implacable y de temas verdaderamente oscuros, como resulta la brujería en el Aquelarre con la adoración de un macho cabrío o Cronos devorando a sus hijos, una imagen de canibalismo y desesperación que observa de frente al espectador. La síntesis de ese horror que lo consumía es sin duda la denuncia social del Tres de mayo de 1808 en Madrid donde la desesperación del hombre que sería ejecutado por las tropas napoleónicas refleja la fuerza inquietante de una España traicionada por la corona. Esa desesperación y juego constante de ambos extremos es una marca artística característica del período.

Pieter Brueghel el Viejo y los misterios de sus imágenes

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Si uno conoce superficialmente la obra de Brueghel probablemente reconozca Los cazadores en la nieve como símbolo del Paraíso en Solaris de Tarkovsky. Elige la obra el artista ruso (de claro carácter librano y por tanto cercano a Piscis) como una representación de todo aquello que apreciamos de la Tierra cuando nos encontramos en esa compleja nave espacial ante una entidad desconocida. Siendo el pintor flamenco el primero en dedicar una obra por completo al paisaje podría pensarse que se encuentra muy alejado de los arrebatos de Beethoven o Goya. Sin embargo, también este artista produjo obras como La caída de los ángeles rebeldes o La parábola de los ciegos, de un impacto visual abrumador y temas bastante oscuros. Su obra El triunfo de la muerte deja claro que en su alma había una fuerte lucha entre la tranquilidad de la naturaleza y el arrebato de visiones sobrenaturales.

Misterios de la Filosofía: Hegel y Schopenhauer

Puede decirse que la tradición filosófica y especulativa deliberadamente elige textos oscuros y complejos para poder realizar una exégesis que justifique la influencia que se les adjudica. Sin embargo, no puede ser casual que Hegel y Schopenhauer sean los filósofos que escribieron sus obras en el periodo. Una idea como la dialéctica, que intenta explicar las relaciones del sujeto con su mundo literalmente inmerso, son sin duda de una mente que nos entendía como una unidad indosoluble donde no existe la distinción entre el sujeto y el objeto, una idea enmarcada sin lugar a dudas en la tradición pisciana. Esa imagen, que abarca toda la obra de Hegel y sus multiformes explicaciones de las ciencias y las artes humanas, nos deja claro que el espíritu de los tiempos se ve expresado en un proceso multidimensional y dinámico, que cambia conforme transcurren los siglos. Hegel entiende el espírituo como uno, siendo los humanos expresiones individuales del espíritu que se va manifestando gradualmente a través del proceso dialéctico. La idea de la espiral ascendente que navega la realidad transformándose en ambos sentidos ha sido explorada desde entonces, y no deja de ser tremendamente interesante que se encuentre enmarcada por este signo y no por otro.

El pesimismo de Schopenhauer puede explicarse a través de la influencia de la muerte que se siente en el período. Su oposición al optimismo de Leibinz y a la visión del mundo como un tormento viene influida por un tiempo de tremendos cambios y destrucción. El entendimiento de la voluntad humana como constructora del mundo es la parte luminosa de su filosofía, y transita hacia una visión progresiva de las fuerzas de la historia y la naturaleza, sin un motivo racional aparente. Esa comprensión del mundo como un todo lo hermana con Hegel y nos habla de los límites de la comprensión humana, de la cual estamos lejos de entender si avanza o retrocede, o simplemente se encuentra en movimiento.

Orígenes de los monstruos: Fausto y Frankenstein

Así como hay novedades en el plano de la filosofía, la literatura trae figuras tremendamente influyentes en el imaginario. Curiosamente son las dos figuras que cuestionan a la ciencia. El doctor Fausto de Goethe tiene su origen en una leyenda medieval de múltiples versiones, pero la suya es la que ha tenido mayor repercusión. En parte es por el mérito de su uso del lenguaje, pero también porque en esa versión encuentra redención el personaje a través del amor: una sección increíblemente oscura y un final luminoso, de esquema general similar a la Divina Comedia. En contraste, la obra de Maru Shelley es completamente oscura, siempre cuestionando el límite del saber humano y como la búsqueda de conocimiento puede terminar consumiendo a quien le busca. Esa búsqueda de una realidad metafísica que transforme a los hombres es un recuerdo constante que no puede ser subestimado, en especial porque nos dirigimos a un nuevo ciclo en Piscis en escasos veinte años.

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