Las relaciones tóxicas se definen como relaciones que por diversas razones son incapaces de no hacerse daño alguno. No solo abarca el tema de pareja, también se extiende a relaciones de trabajo, amistades e inclusive familiares. Si te sientes denigrado, acosado, juzgado o manipulado en alguna de tus relaciones, será mejor que te sientes, olvides por un momento los ademanes de la vida, y pienses con cuidado sobre lo que está ocurriendo y tratar de buscar una salida a eso, por el bien de tu salud física y mental.

Una relación se vuelve tóxica en el momento en que una de las partes "se aprovecha" de la otra, cuando aparentemente solo uno de los dos obtiene un beneficio. Por ejemplo, la persona que actúa viendo únicamente su interés, que se propone manipular e intentar controlar, o que simplemente quiere sacar provecho. Lo que motiva a una persona a tener conductas tóxicas es la voluntad de tener control completo y de tener todo el poder en la relación.

^{Imagen de John Hain en Pixabay}

La persona tóxica es aquella que intenta que la otra persona obtenga el mínimo de poder. La toxicidad misma, de hecho, consiste en eso: en implementar dinámicas en las que se genera una desigualdad entre los dos, en la que el poder queda repartido de modo que favorezca a uno y desfavorezca al otro.

Los tipos de relaciones tóxicas más comunes son:

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  La relación en la que se cede el poder total de decisiones.

A diferencia del trabajo, en el amor no debe haber un jefe, solo compañeros. Al dejarse las decisiones importantes a solo un miembro de la pareja, se minimiza la voluntad e importancia de la otra parte. Al principio puede que no sea relevante, pero a mediano plazo se volverá algo insostenible.

• La relación sostenida por chantaje

Lo que empezó como un sueño, se volvió un juego arreglado. Uno de los miembros de la relación domina a la otra parte a base de chantajes y la utiliza para su beneficio y capricho. Minimizan la importancia como persona a la parte dominada, y la hacen caer en un ciclo de angustias, inseguridades y ansiedad.

• El compañero idealizado

Ocurre cuando ambos miembros de la pareja pintan una versión perfecta de su compañero, y al verse destruida por la realidad, empiezan a salir rencores y métodos poco éticos para volver al compañero justo como lo imaginaban. Por supuesto, ambas partes chocan con regularidad y nunca llegan a un acuerdo productivo.

• La relación idealizada

Aquí pensamos un poco en como será la pareja, y basándonos en ello, también en como será siempre la relación. Dependiendo de la idealización, puede volverse más un mal que un bien.

Lo que se piensa que será una realidad, solo se convertirá en una triste amargura que llevara a constantes conflictos que dañaran a ambas partes.

• La relación basada en la mentira.

Si bien todas las relaciones tóxicas son tristes, a mi parecer esta puede ser una que estaría en el top 3 de todas. Ocurre cuando uno de los miembros de la pareja solo está en la relación para llenar sus vacíos existenciales, para quedar bien con la gente a su alrededor, o para obtener beneficios materiales del otro miembro de la relación. De aquí se pueden salir muchas heridas e incluso traumas.

• Relaciones sostenidas por miedo

No podía faltar. Uno domina completamente al otro a base de amenazas graves a su vida y de sus allegados. Le mantiene como un animal a su servicio. No debe pensarse dos veces en buscar ayuda legal, ya que el único resultado que saldrá de ahí es negativo, hasta mortal.

• Relaciones sostenidas por presión social

Todo empieza por la familia o amigos. Ven que estás soltero a cierta edad, y pasan insistiendo que hay que buscar pareja. Encuentras a la primera persona que se interesa en ti, y empiezas una relación. La cosa no va para ningún lado, pero tienes miedo en terminar la relación por el simple hecho de no querer pasar la vergüenza de comentar el fracaso amoroso a tus allegados que por supuesto están al tanto de tu relación. Esto muchas veces termina en una auto-denigración y sumisión total para no acabar con la relación y mantener su imagen social.

Conclusión