Escritores Estrellas de Steem 5 - Viajar en el Tiempo. (En La Casa Del Bosque)
Hola queridos amigos de Steemit. No podemos negar que el tiempo es un elemento que nos acompaña a diario desde que nacemos y que sobre él se ha especulado y teorizado mucho. Pero también es un tema que fascina a la hora de construir una historia. En este caso comparto con ustedes un cuento de mi autoría donde el viaje temporal hace lo suyo. Espero que lo disfruten como parte del concurso que muy bien ha organizado @Starsofsteem bajo la moderación de @blancat, por lo cual estoy muy motivado y agradecido. Acepto críticas, observaciones, recomendaciones o saludos ¡Abrazos a todos!
Siempre me ha gustado viajar, tomar un descanso fuera de casa, relajarme un poco disfrutando de otros ambientes. La historia que quiero contarles, provocó a las pocas horas de suceder, la paralización de la mitad de mi cuerpo, pues, un sábado en la noche recibí la llamada de mi padre informándome que mi abuela estaba muy enferma y esperaban lo peor, toda mi familia estaba consternada y yo debía salir al día siguiente con rumbo a mi pueblo natal.
Decidí partir al amanecer del día siguiente, a dos horas de tren de la ciudad donde actualmente vivo. Desde que me independicé, me trasladé a la capital de mi país donde hice una profesión y trabajo cómodamente, alquilé un departamento y a penas comienzo un curso de manejo de auto, para sacar la licencia y comprar el mío. Mi abuela en su juventud amaba lo autos y con su esposo, mi abuelo, aprendió a manejarlos. Mi abuelo falleció hace años y le prometió a mi abuela venir a buscarla cuando a ella le llegara su turno, aquel sábado en la noche cuando hablé con mi padre sentí que llegaba ese momento. El domingo en la mañana le pedí a un amigo que me acompañara y accedió. Tomamos el tren y emprendimos el viaje. El vagón iba repleto de personas, todos hablaban emocionados de dos temas que atrapaban la atención en esos días, el campeonato mundial de fútbol y la pronta ida del hombre a la luna. Dos grandes acontecimientos.
Posterior a la hora y media en marcha, el tren se detuvo. El operador anunció que se debía a una falla del sistema de la maquinaria y debíamos desalojar para esperar otro tren con el que retomaríamos el viaje. Mientras esperábamos bajo la sombra de un árbol, me dieron unas ganas fuertes de vaciar la vejiga, pero debía alejarme un poco por la presencia obvia de varias señoras, incluso, religiosas que hacían aún más que me cohibiera. Decidí entrar a un bosque cercano y le dije a mi amigo que ya regresaría. Me adentré en el follaje y a menos de veinte metros divisé una gran casa, muy acogedora pero con un aspecto arquitectónico decimonónico. Pude orinar detrás de un árbol pero también estaba sediento y no me pareció mal pedir un vaso de agua. Me acerqué a la puerta y pude escuchar voces de hombres, como la de los que hablaban de fútbol en el tren, y luego voces féminas como la que tenían las que hablaban de la próxima ida del hombre a la luna, pero los dos grupos mantenían la misma emoción como la de mi abuela cuando hablaba de sus recuerdos.
La puerta estaba entreabierta, la empujé y apenas pude introducir la mitad de mi cuerpo cuando sentí la mano de mi amigo sacándome del lugar, venía porque el otro tren ya estaba cercano a nosotros. Pero al entrar al tren que nos conduciría finalmente a nuestro destino, noté que estaba vacío, no entendía a dónde se habían ido los demás, incluyendo a mi amigo. Llegué a la estación del pueblo, y al salir del vagón noté que el lugar estaba distinto, las casas modernas habían desaparecido, solo se veían caballos y casas coloniales del siglo antepasado. Corrí con rumbo a mi casa, eran las mismas calles, pero con menos construcciones, mi casa no estaba. Pude identificar la casa de mi abuela, tenía otro aspecto, remozado. Dentro de la gran casa había una mujer en la habitación de mis abuelos, agonizando. No era mi abuela, era desconocida para mí, pero a sus pies lloraba un hombre desconsoladamente, me sorprendió que tenía un gran parecido conmigo, pero no era yo. Me le quedé mirando y él volteó a donde yo estaba pero no me vio, es como si hubiera sentido mi presencia pero se notaba que no me veía, yo no entendía lo que pasaba.
Desde que había salido del tren, pude notar que algunas personas me veían de modo extraño, algunas hablaban entre ellas, otras susurraban o reían, era evidente que mi vestimenta era distinta a la de ellos, comprendí que estaban como atrapados en una especie de limbo, como en una película de otra época, con calles de tierra, caballos, largos vestidos y trajes cerrados con lazos, creí que algo me pasaba a mí y no a ellos, que el que desencajaba en todo este ambiente era yo.
A la casa de mis abuelos llegó una pequeña comisión de hombres trajeados de negro, venían a llevarse a la mujer. Uno de ellos habló con el caballero que se parecía a mí, y escuche claramente cuando lo llamó por su nombre – Don Evaristo, lamento mucho la muerte de su esposa. Mi patrón ya recibió el acta de defunción y lo acordado para los gastos del sepelio, solo retiraremos el cuerpo- Se llamaba Evaristo y se parecía a mí, el mismo nombre de mi bisabuelo, a quien no conocí pero mi abuelo, su hijo, que vivió hasta los noventa y seis años me lo describió muy tal como lo veían mis ojos. Comencé a entender que yo estaba en otro tiempo, remoto quizás, a finales del siglo diecinueve.
Por un momento me invadió una extraña sensación, me sentía muy solo, sentía ser un muerto que vagaba siguiendo sus pasos, donde nadie lo percibía, pero nadie era conocido, solo un rostro idéntico al suyo. Eso me lo repetía mi abuelo, que yo me parecía mucho a su padre. Deduje que aquel hombre era mi bisabuelo y la mujer mi bisabuela pero ¿dónde estaba mi abuelo?, sería un niño, su madre murió cuando él era un niño. Estaba parado frente a mí, mirándome directo a los ojos, como preguntándome qué hacía ahí, como si me conociera. El niño o mi abuelo, se dio la vuelta y salió corriendo al patio. Fui tras él, pero solo vi que entró en un pequeño bosquecillo, y hasta allí lo seguí, para luego desaparecer. Ante mí estaba de nuevo la casa donde había intentado entrar para pedir agua, esta vez había música y se sentía que bailaban varias personas, hablaban y reían. Decidí entrar y allí estaba mi amigo, y las mismas personas del tren, desalojando el vagón, quedándonos en la estación, justo en el pueblo como es en la actualidad. Tuve mucha confusión pero comprendí que estaba en el presente, en el año 1969, y frente a mí me esperaba mi papá en su camioneta, yo estaba muy pálido y no creí prudente el instante para hablar sobre lo que me estaba pasando.
Mi abuela acababa de fallecer a los noventa y nueve años, había vivido bastante tiempo su existencia en este mundo. Recorrí la casa, la misma que fue donde nació mi abuelo, buscando alguna presencia, un espíritu que me revelara parte de lo que había experimentado horas antes al llegar al pueblo. Al niño no lo volví a ver, ni a mi abuelo buscando a mi abuela como le había prometido para cuando muriera, tampoco a mi bisabuelo ni a su esposa, solo entendí que el tiempo es biológico y avanza en la medida en que nuestros cuerpos se desgastan, y que cada quien tiene un cronometro interno que indica la distancia entre su vida y la muerte. Luego de esta experiencia, el lado derecho de mi cuerpo sufrió una parálisis que tardó meses en sanar, casualmente el lado que había intentado introducir primero en la casa del bosque.
Gracias @luisenrique por tu participación, un gran viaje en el tiempo en donde te diste la oportunidad de conocer a tus bisabuelos, y es que las historias de nuestros abuelos están llenos de sentimientos, su vivencias a veces superan la ficción, yo disfruto mucho hablar con personas ya bastante mayores porque su sabiduría y experiencia tienen un gran valor, siendo merecedores de honra y respeto. Te deseo éxitos en el concurso.
@blancat, gracias por apreciar mi trabajo. Mucha suerte a los demás participantes.
@luisenrique73 excelente historia. Sí, los ancianos son fuente de sabiduría.