Steemit Engagement Challenge - Temporada 3 / Un Verano Inolvidable/ Las maravillas de una mujer/ por @cruzamilcar63

Mis ganas de disfrutar de unas cortas vacaciones me llevaron a Playa Medina, en la Península de Paria, un lugar casi escondido en el venezolano estado Sucre. Muchos de mis amigos me habían recomendado este lugar. Si quieres disfrutar de un ambiente relajado, de unos días sin problemas, comiendo pescado y de todo lo que produce el ambiente marino -me dijeron muchos de ellos- tienes que ir para allá, no te vas a arrepentir.

_{Fondo F 2 y Bitmoji, editados en PowerPoint}

Tenían razón, Playa Medina es un paraíso que fue creado para el disfrute de los humanos que sepan valorar la naturaleza. Las aguas del mar son de un verde cristalino que nos invita a sumergirnos y en la orilla una vegetación abundante ofrece su beatífica sombra para protegernos del inclemente sol. Las construcciones para atender a los visitantes están en concordancia con el ambiente, la posada y todos los expendios de comidas funcionan minimizando todo lo posible la modificación de un exuberante ecosistema.

Sentado bajo de un toldo con un vaso de cerveza helada en las manos, disfrutaba de un manso oleaje que, de repente, se extendió tanto que llegó hasta mis pies. Entonces decidí que ya era hora de darme un buen baño en aquellas aguas. Entré a la playa, feliz de la vida, y nadé tanto que la orilla me quedó bien lejos; estaba cansado y decidí tomar aire, reponer fuerzas para regresar. Justo en ese momento sentí que una gran embarcación pasaba cerca y el remolino de sus ondas me llevó bien lejos y comenzó a succionarme por completo. Mientras me hundía, intentaba bracear hacia arriba con todas mis fuerzas, pero continuaba yéndome irremediablemente hacia el fondo y ya mis pulmones no aguantaban más.

No supe en ese instante desde dónde vino el lazo que me atrapó por la cintura y me izó hacia la superficie para ponerme a salvo. Cuando abrí los ojos para darle las gracias al alma providencial que me había auxiliado, pensé que ya estaba muerto o en otra dimensión porque aquello no podía ser verdad: allí estaba la Mujer Maravilla, era ella quien me tenía en sus brazos.

En cuanto observó mi desproporcionada reacción de incredulidad, me regaló una sonrisa de embriagante comprensión y me preguntó si ya me sentía bien para soltarme en el agua. Me dieron ganas de confesarle que desde los trece años yo he soñado con pasar la vida así, junto a ella, sin que medie ningún obstáculo para estar unidos todo el tiempo que dure su inmortalidad; sin embargo, se impuso mi buen juicio y le aseguré que ya podía nadar sin problemas.

Ella me contó que estaba inspeccionando todo este planeta porque anhelaba alejarse, aunque fuese por unos días, de todas sus aventuras justicieras cuando miró esta playa que le pareció ideal para sus propósitos. De mi parte, le aseguré que este era una de los lugares más hermosos que había visto en mi vida y la invité a sentarnos en la orilla para disfrutar con calma el paisaje.

Lo primero que hice fue traerle un ron carupanero con agua de coco para impresionarla con su fuerte sabor, pero se tomó el vaso completo de un solo trago. “Interesante bebida, dijo; tráeme otra.” Cuando iba por el tercero, me sorprendió bastante porque me confesó en voz baja que se sentía mareada y pensé que existía la posibilidad de que este licor oriental fuese la kriptonita de la Mujer Maravilla. “Te está haciendo efecto el alcohol, le aseguré, vamos a comer algo para que se te pase.”

Todo lo quería probar. Comió empanadas de cazón, sancocho de mero, tarcarí de chivo, arepas de chorizo, cachapas con queso y otros platos emblemáticos de la cocina sucrense, sin embargo, no se saciaba con nada; se detuvo porque yo le rogué que no continuara, ya que no podía descartar una severa indigestión. Era ya de noche cuando finalizó, por fin, su aventura comestible. Yo estaba pensando en irnos a la posada a descansar cuando comenzó a sonar a los lejos un conjunto de música criolla; yo apenas lo escuchaba, pero ella con su súper oído lo captaba todo por completo y en seguida debí acompañarla hasta allá.

Estuvimos bailando hasta la media noche y la Mujer Maravilla quería continuar, pero ya mi exhausto cuerpo no daba más, eran demasiadas emociones en muy poco tiempo. Nos fuimos a dormir, aunque ya para esos momentos yo tenía serias dudas sobre si los súper héroes dormían como nosotros o les bastaban unas pocas horas de descanso.

Cuando me desperté al otro día, sentí que mi cuerpo estaba demasiado ligero, como si estuviera en una atmósfera distinta a la acostumbrada, podía dar inmensos saltos y correr muy rápido. Entonces caí en cuenta de repente y lo expresé en voz alta: “Todavía estoy soñando.” Pero la Mujer Maravilla me respondió sonriente desde la cocina: “No, no estás soñando, te traje conmigo a esta dimensión, no quise dejarte en tu mundo…”

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_{Invito a los amigos: @zorajaime, @heedysguevara y @haidee. Por aquí les dejo la información sobre el concurso.}

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