Historia: El conejo mágico 🖊🐇

Hoy les comparto una linda y mágica historia, espero que les guste.

Daniela era una dulce niña proveniente de un pequeño pueblo campesino. Sus padres eran personas trabajadoras y se esforzaban a diario para prever las necesidades básicas y ser felices.

Un día decidieron inscribir a Daniela en el internado de niñas ubicado del otro lado del pueblo, donde se encontraban los mejores profesores y personas adineradas, buscando la mejor educación para ella. A la niña le gustó la idea porque podría conocer nuevas amigas y lugares diferentes a los de su zona.

La familia emprendió el viaje una mañana brillante, Daniela iba muy feliz porque contaría con el apoyo de su abuela y prima materna, quienes la hospedarían en su estadía en el pueblo. Aunque extrañaría a sus padres, podría verlos los fines de semana y vacaciones.

Al llegar a la casa de la abuela, pudo maravillarse con un hermoso campo de lavanda. Era la primera vez que veía uno y lo mejor era que quedaba frente a su dormitorio.

Para el primer día de clases, Daniela preparó unas galletas de chocolate junto a su abuelita, para regalarlas a sus compañeras de clase.

Las dos primas partieron al internado, y al llegar, Sandra vió a sus amigas y salió corriendo para estar con ellas. Daniela se entristeció un poco porque la dejó sola, pero siguió caminando hasta llegar al salón de clases.

La profesora presentó a Daniela a toda la clase. Ella saludó a todas con una gran sonrisa, pero las niñas se miraban entre ellas con una sonrisa burlona.

En la hora del receso, Daniela decidió ir con su prima y grupo de amigas para regalarles las galletas que hizo. Sin embargo fue rechazada porque "venía del pueblo pobre". Daniela comenzó a llorar, vió a su prima junto a las demás sin emitir una palabra, lo que le destrozó el corazón.

Daniela corrió lejos del lugar, llorando por lo sucedido. Llegó a la casa y se fue al hermoso campo de lavanda para que su abuela no la viese. En el lugar, vió a un pequeño conejo gris, le sonrió y él se acercó, moviendo su nariz y colita de algodón.

El conejo la miró con ojos de cariño, dió tres vueltas y por arte de magia el campo comenzó a brillar, devolviéndole la alegría a la pequeña niña. Ella estaba muy sorprendida, y se pellizcó, pero no era un sueño lo que estaba viviendo, era realidad.

Daniela subió a su habitación con el lindo conejo, su abuela la vió y preguntó la razón por la que había llegado tan temprano. Ella le contó todo y su abuela la abrazó, prometiéndole que nunca más volvería a ocurrir porque hablaría con los profesores.

Daniela pasó el día en la casa, jugando con el conejo. El tierno animal hacia magia al dar tres vueltas: Convertía las papas en bolas de chocolate, hacia girar las almohadas de su cama, sacaba purpurina de la nada... Maravillaba a la pequeña niña. Su abuela pensaba que era un conejo normal y no tuvo problema en adoptarlo, también le pareció adorable.

Al llegar del internado, su prima Sandra se disculpó con ella, reconoció el mal comportamiento de sus amigas, que ella tuvo que haberla defendido, pero no supo que hacer al momento. Después de que ella se fuese corriendo y llorando, la estuvo buscando y se sentía muy mal, le prometió que no volvería a ocurrir y que la apreciaba mucho, sin importar de donde venía, lo que valoraba era su calidad de persona, sus valores y amor para dar. Las dos primas se abrazaron y fueron mejores amigas desde ese entonces.

Semanas después, Daniela se sentía más a gusto en el lugar, sus compañeras se disculparon por lo ocurrido y le llevaron canastas de dulces y frutas. Comenzó a ser la mejor de la clase, ganar medallas en concursos de ajedrez y deletreo, siendo reconocida por los profesores como una niña muy inteligente, demostrando que podía ser brillante sin importar el dinero que tuviese.

Todas las tardes, Daniela salía a jugar con su conejo mágico, el mejor amigo que ganó del pueblo, porque le demostró amor y lealtad desde el primer día, en sus buenos y malos momentos. Se sintió la niña más feliz del mundo, porque vivía feliz con quien era y con quienes la rodeaban.

El conejo fue quien la quiso desde el primer día al conocerla, nunca la subestimó, la llenó de sonrisas y ganas de seguir adelante. Su infancia fue la más feliz de todas.