Mi día dió inicio a las 5:30 am, debía llevar a mi hija a la escuela y acompañar a mi papá a hacer una diligencia. Luego de realizar mi aseo personal fuí a la cocina a preparar el desayuno de mi niña, pan tostado con margarina y queso blando rallado, del que no hay foto, porque se me olvidó tomarla. Cuando regresé de la escuela mi mamá estaba colando el café y amasando para hacer arepas, me ofreció, pero lo que me provocó fue pan tostado con queso y tomar café con leche. Mientras hacía el café con leche me percaté que aun quedaba un trozo de la torta marmoleada, sin pensarlo dos veces la incluí en mi primera comida del día que terminó siendo “Dulce y Salada”.

Para el almuerzo comimos pescado (los adultos cabaña y los niños cojinoa), pero esta vez guisado acompañado con arroz blanco, plátano frito y ensalada de papa, zanahoria, remolacha, repollo y cebolla.

En la merienda no tenía intención de comer nada, sin embargo cuando los niños pidieron la suya se me abrió un poco el apetito y los acompañe a saborear unos panes con crema de chocolate.

Para lo que pensaba sería la última comida del día los niños pidieron pan, los cuales tosté con margarina y rellené con huevo frito, mi pan lo complementé con una ración de ensalada que había quedado del almuerzo , a la que ahora le agregué un poco de mayonesa.

Y digo que pensé que la anterior sería la última comida porque no contaba con que iría a casa de mi mamá putativa y allá disfrutaría una cremosa y sabrosa chicha de spaghetti. Y no crean que solo bebí ese vaso, cuando me preguntaron si quería más no lo dudé dos veces y dije que sí! 🤭