Cuando el hambre acosa en tiempos difíciles, a causa de las malas políticas en mi país y más en el lugar donde estoy, hace peor mi situación, pagando una condena de diecisiete años y medio, a penas llevo ocho años ya cumplidos.
La inmadurez me hizo acercarme a quienes al principio creía eran mis verdaderos amigos. Los admiraba, ellos siempre estaban acompañados de mujeres bellas en buenos carros y motos, se las pasaban con frecuencia en los mejores restaurantes de la ciudad y en discotecas, en estos lugares me dejé deslumbrar por la vida que llevaban.

Así fue como comencé a involucrarme con ellos, buscando el mundo de la vida fácil de las drogas me hice una mula, sin medir las consecuencias que traería a mi futuro. No quise escuchar los consejos de los mayores de la familia, tales como vivir con humildad y de grandes valores espirituales, dar gracias a Dios por cada bocado que se lleve a la boca, pero como dicen, no hay familia perfecta y yo fui la ovejita negra de la familia por mi rebeldía pensando que me la sabía todas.

A todas estas, buscaba ser reconocido en mi entorno, con anhelos de comprarme un gran apartamento y así impresionar a mi chica, quien disfrutaba de placeres a mi lado, ella repetía en reiteradas ocasiones, mi amor cuando me vas a comprar una vivienda, tanto ella, como su mamá trabajaban en conserjería.

Así me propuse a trabajar la idea de complacerla, cómo iba a conseguir el dinero para nuestra vivienda en donde ella era, mi cómplice en todo lo que realizaba, me alentaba a tomar los riesgos, me invitó a su país a conocer a su familia, que por cierto, no era bien vista por parte de mi familia ya que veían en ella, lo que yo no quería ver. Por seguir su ambición, ocurrió lo que no sucedió con mis amigos, porque ellos manejaban pequeñas cantidades, hasta que me metí en las grandes ligas por ella.

Pasé a otra mayor etapa, al viajar con ella a su país, empecé a traer la droga en mayor cantidad para vender en mi país, no conté que me atraparían pasando la frontera, me echaron los guantes. Ella me dijo que no la involucrara para no afectar al hijo de nuestra unión, el gobierno nos los podía quitar. Asimismo me suplicó no acusar a su compadre, que asumiera toda la culpa que ellos me ayudarían desde afuera. El resultado, caí en una trampa, mi compadre y mi mujer estaban de acuerdo para repartirse el botín. La artimaña era financiar el pago de los abogados. Al final, ninguno hizo nada por mí.