La voz del espejo || Relato - Sábado de Literatura
Holaaa gente bonita de Recreative Steem. Tenemos ante nosotros sábado más que significa ¡Literatura! Y algo de reflexión también. ¿Alguna vez has debatido con tu “yo interno”? el siguiente relato aborda un tema muy importante: la aceptación. Espero lo disfruten :-)
Diseñado en Canva
Ana sumergió su imagen en el espejo; se contempló a sí misma, y frunció los labios cuando escuchó las voces retumbando en su cabeza. “¡Anguila!” decían, “¡Anguila!” cantaron con carcajadas. Su cuerpo se duplicó en el cristal, y ya no había solo una sino tres Ana; la de la izquierda no tenía rostro, pero hablaba. La de la derecha era más agradable, aunque parecía estar muriendo. La Ana original se vio atrapada entre las otras dos, confundida entre el dolor y la rabia, entre el recuerdo y el llanto del corazón. Sintió sus huesos en alta mar, quebrados por el remolino en las olas. No quería verse; su cuerpo le producía asco. ¿Por qué? Se preguntó… ¿Por qué?
“Porque eres fea –dijo la Ana sin rostro-. Nadie te quiere”
En el colegio le decían Anguila, y le arrojaban sal a los pies dizque para evitar que electrocutara al mundo. Según decían, la sal neutralizaba el poder de los monstruos, y ella era un monstruo. Ana golpeó el espejo, intentando quebrar su propia imagen, pero la patada solo sirvió para lastimar su tobillo. Retrocedió, acurrucándose entre sus rodillas y sus lágrimas. La Ana sin rostro la siguió más allá del espejo, y siseó en su oreja para alentar al dolor:
-¿Lo ves? –Dijo la Ana sin boca ni ojos, sin nariz ni orejas-. Tú eres el problema, ellos solo dicen la verdad. No mereces seguir en este mundo… sabes qué hacer, de todas formas nadie notará tu ausencia.
¿Por qué Ana debía sufrir tanto? Ella no había elegido ser así; únicamente quería algo de amor, de cariño, de comprensión. Anhelaba jugar como lo hacían las otras niñas, y tener amigas para invitar a sus fiestas de cumpleaños. No tenía nada de eso, solo un pedazo de cuerpo horrible. Escuchó risas y burlas, y de pronto un centenar de sombras se postraron frente a ella para arrojarle bolas de papel.
-¡Monstruo! –Gritaron al unísono-. ¡Nadie en este mundo quiere a los monstruos!
Ana respondió con lágrimas, mientras la parte de ella misma que no tenía rostro seguía insistiendo. ¿Podría hacerlo? ¿Podría acabar con todo su sufrimiento así de rápido? Retrocedió en sus recuerdos para encontrar algún rastro de felicidad, una mínima pizca del amor que tanto necesitaba; solo vio soledad y rechazo. Todo lo que decía la otra Ana quizás cierto: era tan despreciada que nadie notaría su ausencia.
-¡Hazlo! –Dijeron las voces- ¡Los monstruos no merecen vivir!
-Es la única manera de acabar con el dolor. –Siseó en su oreja la Ana de rostro vacío.
Pero entre las insistencias oscuras, habló otra voz, una más débil y titubeante, pero lo suficientemente audible:
-No los escuches, Ana. –Dijo la voz-. Solo desean confundirte.
Ana miró otra vez al espejo y se encontró con su otra parte, esa que parecía simpática, agradable, inspiradora. Se acercó, ignorando las voces enfurecidas que pedían su muerte. Esa Ana que estaba en el cristal parecía más amigable, pero ¿Por qué se desvanecía?
-Míranos aquí, -Habló la Ana amigable-, rodeadas de tanta oscuridad. Hemos pasado por tanto, mi querida Ana, que ya el dolor parece nuestro hermano. Pero piensa en esto ¿Quiénes son los monstruos de verdad? –la Ana amigable señaló a las sombras- ¿Ellos o tú? Tienen miedo, y están solos, y por eso intentan pisotear tus ilusiones. Dime algo, mi querida Ana, ¿Realmente necesitas de su amor? Debes saber que, a diferencia de ellos, yo sí te amo.
Era cierto, la Ana amigable tenía razón. ¿Para qué buscar amor donde solo hay odio? Por primera vez en mucho tiempo, Ana entendió lo que significaba amar ¡Que equivocada estaba! Porque ella ya tenía todo el amor que necesitaba, ¡y estaba en su interior! Abrazó el espejo y las sombras desaparecieron junto a la Ana sin rostro, y la luz iluminó hasta los lugares más oscuros. Ya no tenía miedo, ni mucho menos rencor.
-Ya no te desvanecerás más. –Le dijo Ana a su propio corazón-. Tenemos todo el amor que necesitamos…
A partir de ahí las cosas cambiaron. En la escuela intentaron intimidarla, pero ella respondía con sonrisas y bailes. Cuando le arrojaban sal a los pies ella decía: “Uy, con esto prepararé una rica sopa”. Fue tan fuerte el espíritu de Ana, que los monstruos de verdad dejaron de acosarla para siempre. Ella compartió su amor con el mundo, porque era tan grande que alcanzaba para todos, y los que buscaron sus consejos jamás se sintieron solos. Y desde ese instante hasta el final de los tiempos, Ana fue la niña más feliz del mundo.
Reflexión Final:
En ti reluce una belleza que el mundo es incapaz de ver. Jamás dudes de ti, ni de la grandeza de tu ser. Somos únicos, inconfundibles, maravillosos. Que nadie te robe tu felicidad, ni tus sonrisas, ni tus ganas de vivir. Demuéstrales que ellos son los monstruos, y que muy a pesar de sus maldades, estas dispuesto o dispuesta a brindarles todo tu amor.
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Para nosotros es un honor que semana tras semana nos traigas tan buena literatura.
Apreciamos mucho que traigas siempre tan buenos escritos.
Solo una sugerencia, cuida de colocar la etiqueta del club al que eres elegible, en tu caso, # club75.
Un abrazo de todo el equipo
Hola. Muchas gracias por tan amables palabras.
Con respecto a lo del club75, pasa que estoy algo confundido. No he retirado steem durante más de un mes y no sabía si debía seguir colocando la etiqueta. Muchas gracias por la sugerencia. Aprecio mucho la aclaración 😊.
Saludos al equipo ❤️
Buen relato.
Gracias por leer 👍
Hi, @soldieroffantasy,
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Excelente publicación amiga una historia que parece ficticia pero muchas veces son reales, gracias por compartir.
Que manera tan maravillosa de escribir, me encantó tu relato. Es tan importante el amor propio para poder sobrevivir a los ataques de "los monstruos" que tanto daño hacen. Gracias por compartir este escrito. Al leerlo me hiciste pensar en algunos de mis estudiantes...