Cumplí con la suplencia a cabalidad, noté que el trabajo era estresante y no veía la hora de devolverme a mi cargo titular. Cincos meses después de aquella experiencia como Jefe, el compañero de trabajo renunció y a mí de otorgaron la titularidad de esa jefatura. En un principio, todo marchaba bien, la Superintendente era muy estricta y había que cumplir con metas de recaudación por pago del servicio de agua. Cuando las metas estaban bajas, el estrés de mi superior era peor, y me lo trasladaba a mí, y yo a mi personal a cargo.

Luego, hubo unos cambios en el departamento, ingresó personal nuevo y allí comenzó mi odisea. El chico nuevo tenía un mes de prueba para que yo lo evaluara y lo dejara fijo. Desde el principio, me di cuenta que no trabajaba bien, pero lo postulé en el cargo fijo porque cedí a las presiones de otros compañeros de trabajo. Luego, ingresó otro, con ese tuve varios roces, tenía mal carácter y era problemático. Trabajaba mejor que el otro, pero su actitud nunca me convenció. Lo dejé fijo, por la misma razón que el anterior.

A partir de allí, la pesadilla comenzó, el primer chico me saboteaba el trabajo, todo lo hacía mal por más que le explicaba. Tuve que pasarle varias amonestaciones por sus faltas en los procedimientos, entonces la mala era yo. Varias veces me llamaron la atención por sus errores, porque yo era la responsable de cada unas de esas actividades.

El segundo chico era un falta de respeto, no hacía caso y tomaba decisiones sin consultarme como si el jefe fuera él. Una vez hizo una comunicación con copia a mi expediente dañando mi imagen y lo peor es que lo hizo con el consejo de otros compañeros malintencionados. La situación era insostenible, era los dos chicos nuevos y 5 personas más contra mí. Tuvimos varias reuniones para arreglar las cosas pero no se pudo. El segundo chico, en una de esas reuniones dio un ultimátum, o renunciaba él o renunciaba yo. Por supuesto, que yo no lo haría.

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^{Fotografía original de @ylene74 tomada como mi teléfono Xiaomi Redmi 9}

Una cosa en la que si fallé es que no supe manejar la situación, por la carga de trabajo estaba siempre estresada y de mal humor. Muchas veces le respondía mal a la gente, y esa situación me trajo muchos problemas.

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Finalmente, luego de trampas, acosos e inventos, ese segundo chico, renunció, pero me difamó diciendo que fue por mi culpa, un mes después, se fue el otro. Al Gerente lo cambiaron y el grupo de los 7 se desintegró. A mí me trasladaron a otro departamento, y fue lo mejor que me pasó.

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¿Qué aprendí con todo esto?

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A controlar mi carácter, ser más comprensiva, que no importa el nivel de estrés que tengamos, siempre debemos ser amables. A lidiar con distintas personalidades, no todos son iguales, y por lo tanto, el trato debe ser diferente, es decir, hay que aplicar la inteligencia emocional. Si en el mes de prueba ese personal no cumple o es conflictivo, hay de darle un boleto de ida, pero sin regreso. Los conflictos laborales atentan contra las actividades medulares de una empresa, y no debemos permitirlo.

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Comparto esta experiencia, para que las personas que tengan personal a cargo se vean reflejadas en mi historia y puedan autoevaluarse y darse cuenta si están fallando o no. Que muchas veces las malas experiencias en lugar de amargarnos, no hacen cambiar para bien, y ser mejores personas.

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“A veces se gana pero.... siempre se aprende”

Fuente

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Invito a participar a @mariaramos, @elie456 y @yancar

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Por @ylene74

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¡Gracias por leer mi post!