Aprender a ser humanos | Contenido Original
Dos obras, una de finales del siglo XIX, y otra de comienzos del siglo XX, exploran la posibilidad de que un niño pueda sobrevivir sin la intervención de alguna persona, completamente solo y al margen de la sociedad humana. La primera, el libro de la selva, fue publicada en 1894 y escrita por Rudyard Kiplin; allí el pequeño Mowgli es criado por un grupo de animales salvajes. Unos años después, en 1912, Edgar Rice Burrougs, nos dejó la famosa obra Tarzán, que ha sido fuente de inspiración para películas y series de TV.
En ambos casos, Mowgli y Tarzán, logran sobrevivir al ser adoptados por varios animales que se ponen de acuerdo para su cuido. En ambos casos, logran desarrollar rasgos humanos sin que medie ningún proceso de socialización, algo que es posible en la ficción pero imposible en la vida real. Un niño sin el contacto humano no podría desarrollar algo tan fundamental como el lenguaje, base para la comunicación y para los procesos de socialización de las personas.
Fuente: Pixabay
Es probable que para crear sus obras, ambos autores se hayan inspirado en un caso muy famoso ocurrido en Francia en 1799. En ese año, en un bosque cercano a la ciudad de Aveyron (Francia), un grupo de cazadores capturaron a un niño que vivía de modo salvaje; estaba desnudo, con una gran cicatriz en el cuello, se alimentaba de lo que conseguía en el bosque, caminaba a cuatro patas y no era capaz de articular lenguaje alguno, ni de forma sonora, ni por señas.
Este niño fue conocido como Víctor de Aveyron. Vivió hasta los cuarenta años y nunca pudo lograr avances, ni en el aspecto de la socialización, esto es, en el proceso de adaptación funcional a la vida de la comunidad, ni tampoco logró desarrollar algún tipo de lenguaje para relacionarse con las personas que estaban cerca de él.
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Casos como el del niño de Aveyron han sido recogidos bajo la denominación de niños salvajes, son menores que han sufrido diferentes niveles de abandono, que han sido separados del grupo humano durante largos períodos de tiempo, y que han visto suspendido sus procesos de educación. Todos estos niños desarrollan graves problemas de adaptación para la vida social. La razón: el ser humano aprende a convivir socialmente a través de procesos educativos.
Pueda ser que resulte un poco exagerado decir que “ser humano” es una condición que se aprende, esta aseveración pudiera chocar con ciertas creencias religiosas. Pero fijémonos en algo tan importante como el lenguaje. La mayoría tenemos la capacidad de desarrollar el lenguaje, pero eso está sujeto a una condición: el contacto educativo con otros humanos durante los primeros años de la existencia. Si no se cuenta con un grupo humano que nos enseñe el lenguaje en ese tiempo de la primera infancia, pues nos quedamos sin adquirirlo, estaremos mutilados para el resto de nuestra vida.
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La vivencia social nos da a cada uno la oportunidad de participar en un proceso de aprendizaje multidimensional. No solo adquirimos el lenguaje, esa bendición de la cultura, sino que además y de forma paralela, casi sin que nos demos cuenta, aprendemos a desarrollar una escala de valores que nos sirven para relacionarnos con los otros, para tener una perspectiva de la vida.
Los procesos de aprendizaje comienzan desde antes del nacimiento. A través de nuestra madre, ya recibimos influencias de la cultura a la que pertenecemos. Pero ese proceso necesita ser reforzado permanentemente por las personas que nos rodean y por las instituciones que ha creado la sociedad para tal fin, entre ellas los medios de comunicación y el sistema educativo.
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Nuestra gran verdad es que para desarrollarnos plenamente como seres humanos necesitamos contar tanto con los más cercanos a nosotros, nuestra familia, como con el acceso a los medios de comunicación y al sistema educativo. Las familias nos proveen de las primeras bases para la convivencia social, y el sistema educativo nos provee de las herramientas fundamentales para romper el aislamiento, para poder avanzar en el mundo del conocimiento.
Desde la antigüedad griega los grandes pensadores observaron la importancia que tenía la educación para la formación de hombres de bien. En nuestro tiempo son millones las personas que siguen sin la posibilidad de tener acceso a los sistemas educativos. Más de seiscientos millones de niños no saben leer ni tienen los conocimientos básicos de matemáticas. Esas carencias son una gran desventaja para abrirse paso en la complejidad del mundo actual, casi una condena de por vida a no poder participar de la dinámica de la vida moderna, una completa exclusión de la civilización actual.
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Siempre habrá algo que criticar a nuestros procesos educativos, siempre habrá quienes consideren que algunas normas y valores habrán quedado obsoletos y tienen que ser renovados para adaptarlas a los tiempos que corren. Es lógico que así sea en un mundo que cambia de modo acelerado. Lo que no podemos negar es que si hay algún chance de abrir oportunidades a todos los que tengan deseos y ganas de superase tenemos que facilitar el acceso a la educación.
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Excelente contenido.
Tiempo atrás me había hecho esa pregunta con algunos amigos. El "Qué pasaría si", en ese caso específico.
Es interesante saber que la mayoría de las cosas que no estructuran como individuo son adquiridas y aprendidas.
Quizás eso podría abrir la puerta a la duda de "¿Qué será lo más genuino que tiene un individuo y que no necesita del aprendizaje previo para tenerlo?"
¡Qué historias tan bien conjugadas, concatenadas y bien llevadas en tan interesante tema! Muy agradable leer un tema así tan interesante, de veras, aparte de que me hizo evocar la niñez de cuando me desaforaba por conseguir los suplementos de Tarzán cada domingo!
Gracias por esta publicación.
Wow, excelente material, estas son el tipo de cosas que provoca leer