Se hizo viral un video en redes sociales acerca de un venezolano que, según él, le impidieron renovar su licencia de conducir; se imaginarán el revuelo que causo, porque, si aún no se han enterado, el presidente Trump, ha hecho algunos cambios radicales en muchas áreas de su gobierno, principalmente, en el tema migratorio.

Pues, el video en cuestión, había creado en la comunidad migrante, ese miedo de que, al ir a renovar o a sacar su licencia de conducir, fuese negada y además, detenidos por la policía migratoria conocida como ICE.

¡No vayas! ¡No te darán nada! ¡Te pueden detener y deportar!, y un montón de frases más, era el pan de cada día, principalmente en las mañanas, de esas personas que se atreven a conducir un vehículo sin la respectiva licencia de conducir.

A pesar de esto, le dije a un compañero de trabajo: Voy a sacarme la licencia.

Para los que no saben, en los Estados Unidos, cuando se hace la prueba teórica, y se aprueba, dan un papel que tiene una validez de 4 meses y con el cual, pueden conducir libremente un vehículo automotor, y ese papel, es el que tengo yo.

A causa de mi trabajo, había pospuesto ir a tramitar la prueba práctica de manejo, para optar por la licencia, la cual funciona como una cédula de identidad, y que aquí se conoce como ID.

Pues bien, haciendo caso omiso al bla, bla, bla, preparé mis documentos y fui al DDS (Department of Driver Service) a saber que necesitaba para hacer el examen de manejo.

¡El trato fue espectacular! Todavía no hablo inglés con fluidez, de manera que, cuando me hablan rápido, quedo en la luna, así que, el funcionario, con toda la amabilidad del mundo, sacó su teléfono y puso un traductor para darme toda la información que necesitaba, me ayudó a hacer mi cita para la prueba en la computadora que ellos ponen a disposición, y será para el miércoles 26, a las 11:40 am, que haré mi examen de manejo.

No hubo ningún tipo de inconveniente, maltrato o racismo, al contrario, fue una experiencia bonita al ver la solicitud del funcionario que yo haya entendido todo lo que me dijo.

La moraleja que saco de esto es que, no importa lo que está ocurriendo o lo que otros digan al respecto. Dios siempre está en control, y los límites, son más mentales que físicos, y en su mayoría, autoimpuestos.

Hay que actuar ante la supuesta adversidad, con la convicción de que, esté donde esté, todo saldrá bien.