Deossssssssss, esta publicación encendió mi vena maracucha para poder contarles, mi experiencia acerca del mejor eclipse que ha vivido Venezuela.

Eran las 3 de la tarde, ese jueves 26 de febrero, cuando me dieron permiso para ir hasta mi casa y poder disfrutar del eclipse total de sol junto a mi familia.

No vivía lejos de la licorería donde trabajaba como empleado, así que, en 8 minutos, ya estaba en casa.

Había mucha algarabía y expectativa, porque era la primera vez que viviríamos este fenómeno natural.

Maracaibo se caracteriza por su clima caliente, donde hasta las piedras, buscan algo de sombra y el asfalto de la carretera se pone aguadito, pero todos estábamos fuera para ver que tan majestuoso esa un eclipse total de Sol.

Exactamente, a las 3:10 de la tarde, comenzó el eclipse; Muchos, con el papel blanco donde venía envuelto el Cocosette, miraban cuanto avanzaba, y mientras más la Luna se interponía, el clima iba cambiando de una forma impresionante.

La emoción iba creciendo a medida que la Luna llegaba a la mitad del Astro Rey, corazones latiendo muy rápido, y otras personas de mayor edad, hasta se escondieron porque pensaban que el mundo había llegado a su fin.

Nunca habíamos visto un eclipse total de Sol, de manera, no sabíamos qué esperar. Cuando el reloj marcó las 3:14, todo estaba oscuro, y en el firmamento resplandecía un anillo.

Las aves buscaron donde dormir, todo era extraño, pero fascinante durante los 2 minutos con algunos segundo en penumbra. Realmente, fue maravillosa esa experiencia, hasta ahora para mí, irrepetible.

Comenzó nuevamente a dejarse ver la luz del Sol y parecía un amanecer; Los gallos cantaron como si se tratara de un nuevo día, y las aves volvieron a surcar los cielos sobre nuestras cabezas.

Recuerdo muy bien todo porque en ese entonces, era gobernador del Zulia, Francisco Javier Arias Cárdenas, precursor del que después, iniciara la destrucción de los valores y el despilfarro de las riquezas de mi amada Venezuela.

Después de esto, regresé a mi trabajo para compartir mi experiencia con los compañeros de trabajo y agradecer al Universo por haberme permitido disfrutar de esta espectacular escena astronómica.

¡Qué molleja! Aún no se me olvida lo que sentí, y al recordarlo, se vuelve a revolver mi alma para aflorar estos sentimientos nuevamente.