Los Asgardianos disfrutaban otro gran banquete, por las hazañas realizadas por el Increíble dios del Trueno, Thor, y su inseparable hermano, Loki.

La bebida y la comida escanciaban por el lugar; las risas sonoras, los chillidos y vitoreos de alegría no faltaban en la festividad.

La noche se adueño de los presentes, la música los hacía bailar, y beber más. Pero también, los hacían desear más entretenimiento.

Loki, observaba en la estancia las risas y excesos. No podía estar más complacido de eso, cuando una gran mano se puso sobre su espalda casi haciéndole verter su bebida.

— ¡JA! ¡Amigo Loki! Las señoritas de aquella mesa, no paran de observarte. Parece que alguien les ha contado que eres el mejor narrando historias, y desean que cuentes una. — la voz de Balder, llena de alegría y de luz, lleno todo el lugar. Inmediatamente todos dejaron de beber, y observaron hacia Loki.

— Si ¡Loki! Cuéntanos una de tus historias — la potente voz de trueno de Thor, se escuchó desde el otro lado de la mesa.

— Supongo que puedo complacerlos — sonríe, el dios de las mentiras. Tomando su gran jarra de Ambrosia, se levantó, subiéndose a la larga mesa. Su voz, cautivante, como el mejor susurrador y mentiroso, llenó los oídos de todos los invitados

♒︎ ¿Alguna vez han escuchado la historia de Berned, La asradis que se entregó por amor? ♒︎

— Todos los presentes permanecieron en silencio, siendo una historia poco conocida. La magnifica voz, los teletrasportó a todos al relato —

Las Asradi’s, seres de gran belleza, piel tan blanca, que brilla de luz y sus cabellos son más largos que su cuerpo, brillantes y delicados, que tienen aspecto de cristal.

Dice una antigua leyenda, tan antigua que su historia se ha casi perdido, que mucho tiempo atrás, una asradis, salió a la superficie del frío mar del norte, a llevar la luz de la luna en su cabello.

Ya que la luna es la fuente de su poder, inmortalidad y vida.

Estás entidades son muy tímidas, son tan poderosas como las Valkirias... Dicen ser emisarios de Hela, la diosa de la muerte.

Pero están atrapadas justo donde deben estar, en Mindgard, el reino de los hombres.

—Los presentes contienen el aliento, ante la mención de ese reino lleno de humanos, egoístas y destructivos—

En Mindgard, en las aguas del norte, en una isla marítima y apartada, una asradi fue a sus rocas, sin saber que encontraría entre estás, a un hombre de fuerte presencia y gran aspecto —Continua su historia el dios—

Se ocultó, dado que la mirada de estos seres, las convierten en agua, y es molesto para ellas. Pero, no pudo apartarse, se quedo observándolo porque jamás había visto una criatura igual.

De esta forma, se le empezó a hacer costumbre ir más veces de las necesarias, cada noche a verlo.

—Las damas del lugar lanzaron un suspiro casi soñador, embelesadas de lo que imaginan que sentía la Asradis por aquel ser—

Fue a verlo, cada noche. Descubrió que era un naufrago, que había llegado a ese lugar, un Vikingo. Un guerrero…. Pronto ella no pudo evitar querer acercarse a él, y una noche de luna llena, se atrevió a mostrarse ante él, aun sabiendo que se convertiría en agua.

Esto jamás paso, ya que al acercarse a la playa, al hombre que veía en el mismo lugar cada noche, descubrió que este realmente estaba muerto.

Su cadáver yacía en la arena, y su alma estaba atrapada en la isla, imposibilitada de poder ser rescatada por las Valkirias para ser llevado al Valhalla por no haber muerto en la cruda batalla. Además, la isla por poseer el poder la Asradis que tomaba la luz de luna en sus rocas, había dado potencia a su alma.

Ella lloró amargamente, al observar el cuerpo en la arena. Supo que su amor jamás sería correspondido, ya que si deseaba, quizá, darle algo de paz a aquel guerrero cautivo, debía llevar el alma del vikingo a su gran señora, Hela.

Pero tal hazaña no sería fácil. Esa alma tenía que atravesar los 3 caminos de Helheim. Si abandonaba el alma a su suerte, esta se corrompería. Estaba profundamente enamorada de tan radiante y precioso espíritu.

Por ello, hizo una acción que ninguna Asradis debería hacer. Le dijo su nombre.

—“Mi nombre es Berned, y te amo, te amo profundamente” —Fueron las palabras de la dama, mientras se acercaba al alma confundida del guerrero. Bajo los rayos lunares, fue sujetada por el alma del vikingo, y su cuerpo, brillante como la madre celestial, se volvió de cristal, y luego en metal.

Se transformó en un arma y una armadura, para salvar al imponente héroe. Aunque sabía que cometía pecado al hacerlo.

Su cuerpo transformado en arma, dejo ir una voz pacífica e hipnótica.

—“A las profundidades del mar, debes caer. El te quitó la vida, y posiblemente, el te guiará a tu salvación”.—

De esta forma, el Vikingo se dejo caer a las profundas aguas del mar del Norte. Y su espada lo guió, abriendo las puertas del Helheim para él.

El guerrero pronto atravesó la primera puerta, donde los ojos del Draugr, un ser que absorbe las almas, y aparece en Yule en Mingard, se lleva a los humanos incautos que no respetan las tradiciones.

FUENTE

Su lucha fue feroz, pero su espíritu invencible, y el poder de la Asradis, fueron capaces de herir a la criatura, y este, viendo su pronta desaparición, se rindió. Dándole camino a la segunda puerta de Helheim.

— “Perecerás en la siguiente puerta, un alma jamás podrá salir de tal lugar”— fueron las palabras del Draugr, al este abrir la segunda puerta.

En esta peleó contra el alma más perversa de Náströnd, la playa de cadáveres de Hela. Contra Níðhöggr.

El ser se presentó con grotesco aspecto, cantando una balada funesta que erizaba al combatiente:

“Ella vio un lugar
lejos del sol
en la orilla de los cadáveres.
Su puerta parece el norte.
Allí caen gotas de veneno
por las aberturas del tejado.
Aquel lugar está tejido
de espinas de serpientes.
Ella vio allí caminar por el agua
corrientes onerosas
los hombres perjuraron
y lobunos asesinos
y aquel quien seduce
la mujer confiada por el final de otro.
Allí el Malicioso absorbe
los cuerpos de los muertos,
los hombres desgarrados como lobos.
¿Todavía procura saber más? ¿Y qué?” ^fuente