Ser médico es estresante, porque el estrés forma parte de tu día a día, semana a semana, mes a mes y para siempre estrés.
Ser médico es tranquilizante, porque vaya que te tranquiliza el saber, porque el conocimiento es poder.
Ser médico te da adrenalina, te hace correr, te hace saltar, pensar con agilidad, te hace un ser sobrenatural.
Ser médico en situaciones puede paralizarte, de miedo, de terror, pero será mejor moverte veloz.
Ser médico es frustrante, te frustra el saber que en ocasiones no hay nada que hacer o quizás me falto algo por hacer.
Ser médico es gratificante, porque no hay nada mejor que un gracias doctora, me siento mejor o; gracias, usted me curó.
Ser médico a veces es lo peor, te hace sentir mal, querer llorar, renunciar o querer irte y no volver jamás a ese lugar infernal.
Ser médico muchas veces es de lo mejor, te da felicidad y te hace regresar una y mil veces más a ese lugar especial llamado hospital.
Ser médico es cosa de dioses, te hace sentir inalcanzable e imbatible, y si eres cirujano pues, amigo mio, usted es invencible.
Ser médico, te hace sentir tan humano, sobretodo cuando cometes un error, porque si señor, aunque no lo queramos, también nos equivocamos.

Lo más contradictorio del mundo, es que cuando me preguntan, si volvería a ser médico en otra vida, pienso un no rotundo, agotado y un tanto apresurado; aunque pensándolo mejor; con más corazón, ser médico, sí que es mi vocación, por eso gracias mi Dios.