Conozco una situación familiar: Una señora tiene un hijo con problemas de drogas muy fuertes y siempre, siempre trató de ayudarlo. La vida con él era, simplemente, insoportable, insostenible. Ella ya cansada de eso, lo dejó ir. Dejó que se fuera, no pido más.
Él siguió con su vida y se hundió más hasta llegar a la mendicidad. Para hacerte el cuento menos largo, nadie sabe qué le pasó, pero por voluntad propia, se internó o dejó que lo internaran. No recuerdo bien.
El muchacho se recuperó. El decía que sentí odio hacia su mamá, pero después de la recuperación, él comprendió que la vida junto a él era muy mala y que su mamá hizo lo último que podía hacer: dejarlo ir.
Ese muchacho creyó que su mamá no lo perdonaría y resulta que su ella ya lo había hecho.
Todavía existen los miedos en ambas partes, pero están allí tratando de coexistir. El perdón llegó. Tomó su tiempo, pero llegó.
Lo que quiero decir con esto es que perdonar lleva su tiempo. No es sólo abrazarse al calor de fiestas navideñas y regocijarse en la reconciliación de los primeros días.
Si, no se sanan las heridas, no habrá reconciliación posible y se caerá siempre en ese círculo una y otra vez. De alguna manera, entiendo a tu amiga, ella no ve más que un arrepentimiento momentaneo por parte de su hermano que para ella termina en una acto de hipocresía pero, ella también debe perdonar, sanar para poder ayudarlo, si es que él quiere que lo ayuden.
Mi linda, no te había leído, fue todo un placer @sharifanamin.
Saludos.