Un gran gusto encontrame de nuevo por aquí. He enctado este concurso facinante, creado por @oacevedo, en la gran comunidad de #VenezolanosSteem. Los invito a leer el post del concurso aquí. Agradecido también que la labor de @marcybetancourt y @solperez que son las que etán acargo de este proyecto, porque están haciendo un maravillo trabajo. Sin más nada que agrgar les dejo la imagne del concurso con mi pequeño relato.

Mamá había dejado todo para sentarse en la mesa. Papá había salido temprano con la mula, pero ella se echó y no quiso caminar más. La única pobre mula que nos quedaba. Hacía mucho tiempo que no llovía. Las plantas se secaban. El llanto interno de mi mamá era tan evidente que no se decía nada para no interrumpirle en su rezo. El sol parecía distante, como si nos hubiese aplicado la ley del hielo, escondido tras las nubes. Era un clima seco, frío y declinado. El pobre riachuelo se había secado, solo corría un pequeño hilo tan fino que la pobre mula se cansaba de hacer pequeños posos para beber y no lo lograba. Se secaba en un instante. La única cosa buena que parecía suceder era el olor a plátano y cambur que venía en la pobre brisa de oriente (que ya no traía ese aroma a mar, a costa, a aventura). Papá, después de pelear con la mula, intentaba hacer las paces, pero nada funcionaba, seguía echada. Yo estaba intentado cavar un poso, pero tenía los mismos resultados que la mula. Los mangos verdes goteaban, los pájaros no cantaban. Mamá seguía en la mesa, esta vez rezando con lágrimas en los ojos (¿será es la única gota de agua que veríamos ese día?). El verde parecía opacarse, todo parecía dormido, a la espera de algo que no sucederá pronto. Parecía que la única respuesta a todo era imitar a la mula y a mi mamá.