Zita, la gitana, caminaba tranquila después de hacer sus compras en el mercado del pueblo, casi no hablaba con nadie, porque algunas veces era objeto de burlas, así que era mejor callada que parlanchina, aunque ella sabía que muchos de aquellos alborotadores eran clientes que entraban bajo las sombras, para no ser descubiertos, buscando respuestas en las artes adivinatorias.

Zita se sorprendió cuando al llegar a su casa dos mujeres que simulaban estar de charla la abordaron.

—¡Vamos adentro, señora Zita! Queremos hablar con usted.
—Me están asustando, ¿Se murió alguien o está a punto?
—Ni lo uno, ni lo otro, pero si descubrimos algo, puede que la sangre de ese alguien corra por las calles.
Zita la miro y se asustó, porque sintió las malas vibras de aquellas mujeres.
—Ustedes cómo que están necesitando un bañito de yerbas.
—Oiga señora Zita, todos en el pueblo saben lo que usted hace, así que busque las cartas y nos averigua lo que hace Romelio, él es mi marido, ¿ha entendido?
—No hace falta la violencia, esperen un ratito, voy por las cartas.
—¡Vaya!... ¡vaya rápido! Este ambiente no es para nosotras, ¿Seguro que sabe que somos de buena familia?

Zita buscó las cartas, las puso sobre la mesa, hizo unos gestos con las manos y susurró algo que las mujeres no entendieron, pero imaginaron que eso era parte del ritual.

—Ahora la esposa de Romelio va partir las cartas en tres partes, ¿Cuál es su nombre señora?
—¿Es necesario? Mire que somos mujeres de alcurnia.
—Si quiere que las cartas hablen con la verdad, tiene que hacerlo.
—Francisca Tirado de Robles...
—Basta con Francisca, los apellidos no importan, empecemos.

La mujer más joven la interrumpió.
—Pero a mí no me vaya a meter en eso, soy Lucia Araya y estoy soltera, eso sí, quiero casarme con alguien de alcurnia.

Zita se quedó un ratito en suspenso, empezó a colocar las cartas sobre la mesa mientras reprimía una sonrisa. Iba a decir algo y se detuvo.

—Una cosa que olvidaba señora Tirado y señorita Araya, tienen que pagarme antes, porque yo no regalo mi trabajo.

Las dos mujeres se miraron, se revisaron y no encontraron nada.

—¡No cargamos dinero señora Zita!
—Bueno, pueden venir en otro momento y les tendré listos las buenas nuevas de su marido y a lo mejor hasta el nombre de un candidato con alcurnia, para su casamiento señorita Araya. Los espíritus sabrán que es eso de alcurnia.
—Pero no podemos volver, ¿Que van a decir los vecinos? sería un escándalo, un bochorno para la familia.
—Lo siento mucho… pero pueden ir donde la gorda Tomasa, ella lo sabe todo y seguro les dice dónde se mete Romelio.
—¿Qué se ha creído usted señora Zita? ¡Esto es bochornoso! ¿Por qué no tira unas tres cartitas a ver qué le dice?
Zita dejó caer tres cartas y quedaron a la vista, el loco, el mago y el diablo.
—¿Y eso que significa?
—Primero se paga...
—¡Mejor nos vamos Francisca!
Las mujeres salieron espantadas y la señora Zita les gritó:
—¡Todos en este pueblo saben los nidos de ese Romelio, a lo mejor lo tiene descuidado, señora!... Será mejor que ventile la casa, dejaron esto lleno de alcurnia.

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Imagen tomada del post de invitación.
imagen de cartas: Inteligencia Artificial Stable Diffusion.}