Hola mis estimados amigos digitales de la plataforma.

Gracias a la amiga @solperez por proponer este tema, que nos motiva a jugar con la imaginación a partir de una imagen de la controversial arista Gerda Marie Frederikke Gottlieb, mejor conocida como Gerda Wegener.

Vamos a sacar nuestra astucia escritora en este interesante ejercicio.

También quiero invitar a @rmm31 @dexsyluz @soywilferdg y @hloero para que se unan a esta dinámica. Seguramente redactarán un cuento reflexivo y emotivo.

Cuando escriba mi primer poema

Pensando en mi primer poema

Esa tarde, luego de bañarse y descansar tras una larga jornada de trabajo, Amelié se recostó en su futón favorito y tomó el libro de poemas que había estado ojeando sin leer durante las últimas dos semanas.

Le había llamado la atención el título, “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, y aunque poco había escuchado de su autor, un tal Pablo Neruda, sabía que era un hombre culto de Latinoamérica, y que bien valdría la pena leerlo con calma.

Así que se dispuso a regalarse el momento de cultivar su perdida afición por los poemas y por el romanticismo. Luego de la última decepción amorosa, producto de un romance fugaz con un sujeto que resultó estar casado y con hijos, se prometió pensar en sus futuras relaciones con más calma, sin apuro, sin desesperarse por el tiempo.

Abrió el libro en una página al azar y comenzó a disfrutar de la lectura, y sobre todo de la soledad. Su compañía con ella misma era lo único que necesitaba para recobrar el equilibrio emocional que estaba en riesgo con el recuerdo de sus fallidas relaciones y con la exigencia de un trabajo que apenas soportaba.

Poco a poco los versos fueron quedando atrás y los párrafos y poemas románticos se transferían como por arte de magia desde las páginas del libro hasta su tenaz memoria. A medida que iba devorando las estrofas, se iba imaginando ser la musa de sus poemas

Pensó en cómo sería ser la causante del amor y del desamor de alguien, y se imaginó que su propia vida amorosa -azarosa y atropellada- se podría plasmar en poemas que alguien más leyera en un futuro cercano.
Cerró el libro y se puso a soñar despierta con ese hipotético futuro.

-¿Y si escribo mi vida en poemas? ¿Y si enamoro a alguien con mi poesía? ¿Y si me vuelvo una escritora famosa?

Y soñó tanto que abrazó el libro de Neruda y se quedó dormida, arrullada por sus propias fantasías literarias.

La imagen fue aportada por la moderadora del concurso y es de uso libre