La acrofobia me obliga a ascender o descender aferrada a los pasamanos. Temo que el siguiente escalón desaparezca a pesar de que lo esté viendo en el momento de empezar el paso hacia el otro nivel.

En la zona norte de mi ciudad, los gobernantes hicieron unas obras que, en un principio me preocuparon porque creí que contaminarían el lugar. Estuvieron trabajando en ellas alrededor de un año y medio y, el día de la inauguración, abrieron el paseo marítimo con una zona en la que había unas escaleras grandes que se hundían cada vez más en las aguas del golfo.

Los más pequeños, en especial aquellos que aman los chismes y las mentiras para molestar a quienes les crean, contaban que descendieron hasta llegar al fondo y vieron tiburones y demás depredadores.

Esto, aunque también juega con el concepto de altura y profundidad, toca mi miedo a ahogarme.