Ida y Asta Bille se levantaron temprano, se vistieron y desayunaron para ir al centro a hacer unas diligencias.

Las dos tenían el hábito de ser muy organizadas. Eso mezclado con un poco de ansiedad les hacía terminar las tareas rápidamente para poder pasar a la siguiente sin mayores contratiempos.

Las dos mujeres de la familia Bille se tomaron la mañana para realizar una diligencia específica que requería de toda su paciencia y su energía para que quedara bien hecha.

Ida y Asta se dieron un descanso alrededor de las diez con quince para comer algo. Una vez que terminaron su consumición volvieron a la tarea.

Cerca del mediodía dieron por terminada la labor y corrieron a coger un tranvía que las dejara cerca de donde vivían. Al subirse al vehículo descubrieron que casi todos los puestos estaban ocupados.

—Bueno, —suspiró Ida— tú te sientas aquí y yo por allá.

La mujer de veintidós años ocupó el asiento señalado por su madre y, siguiendo a su progenitora con la vista, vio donde se acomodó.

Asta se acomodó mejor y esperó a llegar a casa. Lamentablemente, la comodidad no le duró mucho. Al poco tiempo de sentarse, sintió que la miraban.

Los tres hombres con los que compartía el asiento del tranvía la miraban fijamente, con descaro. En ocasiones anteriores, Asta se reía de esto, pero después de un tiempo dejó de parecerle divertido.

La mujer volteaba con frecuencia para ver si algún otro asiento se desocupaba lo malo era que al mirar, corría el riesgo de hacer contacto ocular con los hombres que la acompañaban.

—Asta —chilló su madre desde el otro lado del compartimiento— ven acá.

La joven se levantó como movida por una fuerza superior a ella y dio la vuelta a los asiento donde estaba antes y ocupó el que estaba junto a su madre.

El vehículo urbano siguió avanzando hasta que llegaron a su vecindario. Ida Bille pidió la parada y se bajó junto a su hija. Entraron en su casa y cada una se fue a su cuarto a descansar del día.

Asta procuró olvidar las pesadas miradas de aquellos hombres y enfocarse que lo que tendría que hacer una vez que hubiese descansado lo suficiente.