Concurso: La vida es una lección/Aprender desde la empatía y el respeto hacia el otro/Por @gemamedina

Los libros, la escuela, los liceos y universidades, son sin duda alguna, los lugares en los que por excelencia se aprende a manejar el conocimiento técnico, científico y cultural que abarca desde las operaciones y estrategias más sencillas hasta las más complicadas y especializadas del ámbito educativo y cultural de los ciudadanos.

_{La lectura como elemento primordial del aprendizaje y el conocimiento}

Sin embargo, es la vida del día a día el espacio desde el que los seres humanos aprendemos las lecciones que nos forman, ya no desde ópticas normativas de la enseñanza, sino desde aquellas que tienen que ver con la parte espiritual y humana en las que se desarrollan la empatía, el amor familiar, la solidaridad, el respeto hacia el otro, la tolerancia, la transparencia, por nombrar solo algunas de las virtudes que conforman la personalidad íntegra de los hombres y mujeres que hacen vida dentro de cualquier sociedad.

De aquí podemos interpretar que la educación impartida en centros educativos es vital para el progreso de los pueblos, pero esta debe estar acompañada por una serie de valores que garanticen el buen desempeño de los individuos en cuanto al hecho de poder comprender el conocimiento como aquello que nos forma íntegramente, sin dejar de reconocer el valor que posee aquel con el que compartimos el lugar de trabajo, de aprendizaje, el ámbito del hogar y el espacio en el que se dan las relaciones personales con amigos, familiares y con el ciudadano común con el que interactuamos día a día.

En mi opinión, si hay una lección de vida que todos debemos cultivar es el respeto hacia la vida ajena, hacia el otro, hacia esa persona que como nosotros tiene una vida propia, con sus problemas, sus aciertos, sus necesidades y virtudes. Debemos respetar al otro así su pensamiento sea distinto al nuestro, así su condición de vida en un momento dado no coincida con la nuestra.

Todo esto teniendo en cuenta que las condiciones de la vida cambian de un momento a otro. A veces, la vida nos puede sonreír, en otras, lo que pensábamos era estable, duradero y consistente puede pasar al otro extremo de la debilidad, la fragilidad y la finitud.

Los casos que pueden ilustrar esto pueden ser muchos. Recuerdo cuando estudiaba en la universidad a una compañera que no podía desarrollar los ejercicios que nos daban a resolver los profesores. Todo se le hacía muy difícil y ella sufría por esto. Una vez me lo confesó. Los demás estudiantes solían burlarse de ella de una manera soterrada. Entre las dos surgió una bonita amistad y comenzamos a estudiar juntas y a compartir en las tareas lo que sabíamos.

Con el paso del tiempo, ya cada una de nosotras más adultas, nos separamos, cada una en su especialización. Ella cambió de domicilio y ya no nos vimos más. Al cabo de unos años me enteré a través de un amigo de la universidad que la amiga se había graduado con honores después de haber insistido mucho en convertirse en una excelente profesional. Este hecho le dio la posibilidad de acceder a un buen puesto de trabajo con un cargo de mucha responsabilidad. Hoy en día es una mujer muy exitosa y segura de sí misma.

Siempre traigo a mi memoria esta anécdota cuando quiero recordarme a mí misma que no se puede ni se debe discriminar a nadie, por muchos supuestos que nos hagamos en contra de alguien. Todo es cuestión de tiempo y de conocer hasta donde llega la capacidad y perseverancia de cada quien.