Fue en octubre de 1999. Ricardo y Esperanza, amigos de toda la vida y colegas con el paso del tiempo, decidieron hacer un viaje juntos a París. Habían compartido cátedras de idiomas en la universidad y estaban deseosos de poner en práctica los conocimientos lingüísticos adquiridos durante seis largos años de estudio. Además de su interés por las lenguas eran fervientes amantes y seguidores de la pintura y de las corrientes del arte moderno.

Fuente

Al llegar a la Ciudad Luz, en un otoño que comenzaba a sentirse en el ambiente frío, discutieron acerca de cuál de los museos visitarían primero. Ya sabían de la importancia del Louvre, por toda la majestuosidad de su fachada renacentista, de la moderna entrada piramidal que contrastaba con el resto arquitectónico, y del cúmulo de historia cultural que allí reposaba con sus grandes obras de arte.

Llevaban en mente apreciar la Gioconda, la Venus de Milo, el arte egipcio y mesopotámico, pero en su corazón querían deleitarse con las tranquilas e inspiradoras pinceladas de Claude Monet. Consultaron las guías turísticas y encontraron que en un museo, no tan grande como el Louvre, llamado el Museo del Naranjal, podrían entrar en contacto con la obra pictórica del impresionista francés.

Sin pensarlo dos veces, salieron temprano del hotel, caminaron por el bulevar del Sena, observaron las embarcaciones, unas ancladas en el muelle y otras que comenzaban su recorrido por las aguas ribereñas; vieron los quioscos que ofrecían libros usados y artesanías a los turistas; los carteles de los restaurantes anunciando sus menús de crêpes con champiñones, queso camembert y vino francés, y el vibrante rápido caminar de los citadinos.

Llegaron al museo. Comenzaron su recorrido y se dirigieron a las dos grandes salas ovaladas donde se exhibía el trabajo de Claude Monet. Qué sorpresa! Nunca habían visto unos cuadros de esa dimensión, enormes, que cubrían casi todas las paredes. Eran los renombrados Nenúfares que Monet realizó en serie, esparcidos hoy por las galerías más connotadas del mundo.

Ocho grandes lienzos distribuidos en dos habitaciones contiguas absorbieron por completo la atención de Esperanza y Ricardo:

• Puesta de sol
• Las nubes
• Mañana
• Reflejos verdes
• Reflejos de árboles
• Mañana con sauces
• El mismo título que el anterior
• Los dos sauces

Pasaron horas en silencio delante de estos estanques con nenúfares. Oyeron a la chica que hacía de guía del museo hablar del copioso número de 250 pinturas que creó Monet basadas en el tema de las plantas acuáticas; de los nenúfares que tenía en su finca de Giverny, donde vivía con su familia, y en la que contaba con un gran estanque con plantas acuáticas que él mismo cuidaba, todo coronado con un hermoso puente japonés.

Así pasó la mañana. Entre sala y sala se detuvieron ante los cuadros de Picasso, Matisse, Degas. Llegó la hora de partir. Había que continuar con el recorrido por otros sitios de la ciudad, la torre Eiffel, el Barrio Latino, el Arco del Triunfo, degustar un delicioso almuerzo francés, pero ante todas las cosas, se llevaban en su memoria la suave pincelada de la naturaleza dibujada por Monet que llamaba a la meditación, a la contemplación, en silencio, en paz.

Invito a participar en este interesante concurso a @yunnibertsh
Aquí le dejo el enlace: https://steemit.com/hive-108800/@solperez/club5050-arte-y-escritura-semana-10-por-solperez-15-apoyo-para-la-comunidad-club5050-art-and-writing-week-10-by-solperez-15

Este post ha sido configurado con el 15% a favor de la cuenta comunitaria de @venezolanos