Un respiro para el alma.
En la actualidad, donde estamos tan conectados a las redes, es tan adictivo. Despierto para encontrar la hermosa sorpresa de saberme sin internet. Maravilloso.
Es una forma única y envidiable de iniciar el día.
Por suerte llega en un par de horas. El daño está hecho, la rutina se fue por el caño. Buen viaje.
Este día en particular me siento ansiosa. Es el día donde por fin van a instalar el protector para la unidad del aire. Algo menos de qué preocuparme. Siento hambre, pero no puedo comer. Siento que voy a vomitar.
Con la llegada del técnico y su ayudante procedo a asistirles en lo que pueda y necesiten. Por ejemplo, hablar con los vecinos para avisar que van a trabajar y así no se asusten y piensen lo indebido.
Mis vecinos tienen una casa de dos plantas, la parte superior está en construcción. Como no tienen una pared que separe su propiedad del techo de mi vivienda, es importante avisar y a veces pedir permiso. Sin embargo, la puerta principal está cerrada. Llamo y nadie responde.
Los señores hicieron el trabajo y ellos no se enteraron. Yo por mi parte tenía toda la buena intención de informar.
Luego de una pequeña diligencia que debí hacer para la compra del candado que necesita la unidad, puedo ver que al final todo salió bien. El estrés disminuyó considerablemente. Por fin pude desayunar.
A pesar de todo, el día marcha bien.
Después de la llegada del internet, voy en busca de mi reproductor de música preferido por todos los tiempos. Spotify, y no abre. Ni en el celular ni tampoco en la TV. ¿Cómo lidiar con los demonios sin buena música? Aun así, busqué la forma de oír algo de música; no soy yo si no lo hago. Y logré, a través de otra aplicación, sintonizar un canal musical con los hits de los 80 y 00's. No es lo que prefiero, pero tampoco está mal.
Sigo sin poder conectarme a Spotify.
Me contactaron a través del marketplace de Facebook, ya que tengo varios productos a la venta. Logrando ganar una plática que mal no me hace. Y a su vez gané una venta segura. Estoy pensando cómo invertir el dinero.
Definitivamente, el tiempo de Dios es perfecto.
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