La señora Dalila era una mujer mayor con una fascinación por los objetos antiguos y con historia. La decoración de su hogar es una muestra clara de ello. Además de su amor por las plantas, que le dan el toque verde a la decoración de su hogar y los distintos olores que las diferencian unas de otras. La señora Dalila vivía sola en compañía de sus plantas, sus objetos de colección y su gatita Lily.

La Minina que se creía la dueña y ama de la casa. Era una gatita siamesa preciosa, quien era muy consciente de su belleza y por ende siempre andaba con un aire de grandeza. Con un caminar tierno y elegante, siempre con su cabeza en alto y la colita siempre en un lento y sutil movimiento a medida que camina.

Un día mientras la señora Dalila está en la sala de lectura de su casa, sentada en su cómodo sofá mientras lee un libro de su elección. Lily decidió que sería un excelente momento para tomar una siesta, ser tan hermosa y adorable era tan agotador, jugar con las plantas y comer es algo que la cansa tanto, imagínense. Hora de una siesta reparadora.

Con su andar característico llegó hasta donde está su mamá humana, a quien en ocasiones suele confundir con una sirvienta, ya que la señora Dalila la quiere y cuida con mucha devoción. Cómo si no fuera suficientemente grande su ego gatuno. Una vez que está lo suficientemente cerca toma impulso para saltar y llegar a sus piernas.

Una vez en el lugar, habiendo amasado el sitio hasta estar perfecto para echarse a dormir, decide acostarse y cerrar sus ojos. La señora Dalila es consciente de lo que su Minina está haciendo. La observa y no puede evitar apreciar lo linda y tierna que se ve sobre sus piernas, durmiendo como si fuera una criatura tranquila y que no hace desastre en un día normal.

Sin poder contenerse más, la toma en sus manos y la alza, acto seguido le da un beso en la nariz. La gata reacciona de inmediato soltando una arcada como si fuera a vomitar. La señora Dalila no puede evitar soltar una carcajada y volver a besar su nariz. A lo que la gata hace un gesto facial bastante gracioso, luego observa a su dueña con seriedad, para nada feliz de las muestras de cariño. Hace lo posible por salir de las manos de su dueña, cuando lo logra sale corriendo rápidamente de la sala, lo más lejos de esa humana que no respeta los momentos sagrados de descanso.

La señora Dalila no puede dejar de reír. Es increíble como Lily puede ser cariñosa con ella. Pero cuando ella quiere darle un poco de cariño, la gata lo rechaza. Detesta ser tocada. Ni modo, doña Dalila adora a su gata.

Desde ese día, Lily no entra en la sala de lectura si su dueña está dentro de esta. Busca cualquier otro lugar en la casa para tomar una siesta y que no se le moleste. Por otro lado la señora Dalila deja ser a su gatita y se dedica a sus antigüedades, sus plantas y libros favoritos. Cuando Lily se decida a ser cariñosa ella con gusto lo acepta y disfruta.