DIARIO DE EMOCIONES #17: “SORPRESA Y ALIVIO”

De las muchas experiencias alucinantes, gratificantes, preciadas y maravillosas en mi vida, me gustaría compartir con ustedes una anécdota reciente, aprovechando la oportunidad que me brinda el concurso y mis ansias por recordarles el valor de los pequeños gestos que la gente tiende a olvidarse y restarle importancia, presento: mi historia

_{imagen extraída de Pixabay}

Sucedió a principios de julio de este año; un calor asfixiante, estresante y habitual, haciendo juego con el mal humor del ambiente general de los estudiantes universitarios. Los que más transpiraban, más sufrían, con ropas pegadas al cuerpo, con una sensación desagradable, y poniendo a prueba a todos los chicos que no bebían suficiente agua. Era la última semana de clases, por tanto, la más exigente y fatigante, acompañada del último examen de Inversiones II, la materia más exigente del curso; en otras palabras, la última oportunidad para reunir los puntos necesarios para aprobar con mínima nota.

Si bien era una evaluación en parejas, eso no quitaba la tensión en las 2 horas que duraba la prueba. Formulas, cálculos, tablas y datos; datos con montos diferentes que se repetían si leías todo el enunciado, siendo obvia la idea de sumar, cosa que, no nos pasó por la cabeza hasta la mitad de la prueba. Por suerte, completamos y realizamos las correcciones con minutos de sobra, entregando satisfechas, con una sonrisa de labios cerrados, pero que se evaporó, a mitad de la salida, no bien el profesor nos indicó que el monto final era demasiado elevado. Exhaustas, seguimos nuestro camino, en parte seguras de no faltar más - ya que repasamos todo varias veces-, pero una opresión en el pecho nos acompañó hasta casa.

Mi amiga me insistió en que hicimos todo bien, fue positiva y me dio ánimos, a pesar de mis constantes esfuerzos por buscar el posible error que nos señaló el profesor, cosa que no duró mucho, ya que al día siguiente publicó las calificaciones.

El grito en el cielo que pegue cuando vi la puntuación: 21/25. Brinqué, volví a gritar, me abrace, llamé 5 veces a mi amiga para darle la noticia, volví a gritar, me senté, tratando de calmar mi emoción, me volví a parar y continué celebrando. Cuando yo ya me veía inscribiendo la materia el curso siguiente, mi amiga me tomó del brazo y dio palabras de aliento, demostrándome que la fe era lo último que se perdía y debíamos estar seguras y satisfecha de lo que habíamos hecho. Porque si no confías en lo que haces, quién lo hará?

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Invito a @marigaby12