Alguna vez de muchacho llegué a pasar por esos estadíos grandes dónde veía muchos niños jugando con esos guantes caros y uniformes de lujo y aunque alguna vez llegue a soñar estar ahí, pues se me quitaba cuando al salir del colegio nos poníamos de acuerdo para jugar una caimanera de fútbol o béisbol aunque ambas eran emocionantes yo preferiría la de béisbol.

Y aunque la pelota no era de Spalding ni una marca de jugadores profesionales, era la construcción del barrio elaborada por nosotros mismos y una media vieja con goma espuma una piedra y bastante hiló, el bate era un palo que conseguimos en algún terreno y el más derecho de los seleccionados, el guante era un cartón de leche que nos ayudaba en la atajada y así teníamos todo preparado para comenzar el juego.

Los amigos iban llegando con sus franelas rotas, pantalones cortos y una gorra la selección dependía de una chapa de refrescó a tapa o corcho y el primero en escoger le tocaba el campo, la apuesta un refresco que pagabamos entre todos y al final de la jornada no habían perdedores no importaba quién había ganado en el juego los orejones y el refresco era para todos luego del sudor, la tierra y las risas, era el ejemplo perfecto de lo que era una bonita amistad.

Al despedirnos, alguien era el encargado de guardar las cosas para el próximo evento que seguro era al día siguiente y que terminaba cuando el sol nos dejaba de alumbrar, este tipo de compartir debe ser rescatado y enseñado a nuestros hijos y demostrarles que no todo el mundo gira alrededor del internet.

Y hasta aquí la reflexión del día de este humilde servidor que le encanta escribir para ustedes, se les quiere un mundo @electrodo.

Bendiciones a todos en este día @electrodo.

Me despido dándole las gracias por aceptarme como uno de ustedes y esto es solo un abre boca de tantas cosas y anécdotas que les pudiera contar de mis días, hay quien dice que si me pusiera a contar mi vida pudiera escribir un libro que tengo más historias que condorito, jejeje….

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