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En aquellos lejanos tiempos de mi adolescencia, ya el carnaval de Carúpano tenía rango de internacional y se consideraba uno de los más famosos del mundo. Era una entusiasta tradición que el pueblo, el comercio y todas las instituciones, tanto las educativas como las gubernamentales, esperaban con fervor para participar en la preparación de las comparsas y carrozas que desfilarían a lo largo de la calle Independencia durante los cuatro días del calendario destinados a estas festividades.

Era una época, por supuesto, en que no contábamos con todas las extraordinarias herramientas tecnológicas que disfrutamos hoy en día, por lo tanto, las tendencias musicales, la fama de los cantantes, dependían de las emisoras de radio; y es necesario acotar que no existían más de dos en las ciudades provinciales del país. No había entonces para los melómanos demasiadas opciones y eso, de acuerdo con estas consideraciones que realizo desde el recuerdo, influía de forma determinante para que cada año una melodía se erigiera como la favorita de los carnavales; es decir había un tema que se convertía en el más sonado, en el preferido por todos durante esos cuatro días de bonche colectivo.

Hubo un año, por ejemplo, que la canción número uno fue Que me coma el tigre. En las emisoras no paraba de sonar y en las calles las agrupaciones locales y los estilbanes (steelbands) que venían desde Trinidad, sin falta, a cada edición anual de los carnavales de Carúpano no dejaron nunca de tocarla. Lo mismo sucedió, en otra oportunidad, con un curioso tema dedicado a Popeye, el marino come espinacas de los dibujos animados. Aquí debemos señalar que, aunque se trata de un programa infantil, la melodía es bastante movida, jacarandosa, además los músicos se encargaban de imprimirle un ritmo más frenético para que los bailadores se lucieran con sus movimientos.

Un caso aparte, pero muy parecido al anterior, fue la canción Down on the Corner (Abajo en la esquina). Este es un tema que, de acuerdo con los entendidos, pertenece al género rock, mezclado con la música country. Sonó hasta el cansancio en las emisoras locales y cuando, en febrero, llegó el carnaval continuaba a la cabeza de las melodías preferidas en la región. Los grupos musicales que animaban las fiestas del Rey Momo, entonces, convirtieron esta pieza del pentagrama norteamericano en un trepidante calipso que puso a mover el esqueleto al sinfín de personas que llenaban las calles de la pintoresca ciudad oriental.

A los últimos carnavales carupaneros que asistí todavía existía la tradición, no sé si en la actualidad esto continúa, de erigir a una canción como la más representativa de cada temporada. Recuerdo que el Ritmo de San Martín fue en una ocasión omnipresente en todos las calles y las estaciones radiales; y Micaela, del colombiano Dolcey Gutiérrez, se convirtió también en la preferida de todos, en una época en que ya las minitecas se imponían en las calles con sus imponentes cornetas.

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Invito a los amigos:
@lirvic,
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_{Nota: Las imágenes pertenecientes al autor fueron tomadas con una cámara Sony, modelo: DSC-W180; las carátulas de los discos son capturas de pantalla realizadas con la herramienta "Recortes", de Windows 10, en la página adonde conduce el link referenciado.}