Una mujer que escribe, desde la que hace la lista de la compra del día, o aquella que lo concibe con fantasía, o quizás esas que con absurdo temor nunca muestran lo escrito por pudor.

Las hay quienes redactan cartas que nunca envían, a amores imposibles que nunca faltarían, esos sentimiento ahogados que se dejan traspasar en una hoja de papel que quizás sea luego arrugado y dejado de lado... como su sentir negado.

Existen las que trazan sobre ciencias, química, física o simplemente alquimia de la vida, las llaman científicas , son escasas y especificas en un mundo donde el hombre ha querido dominarlo todo, en ocasiones quitándole honores y hasta la identidad anímica.

Se encuentran damas muy osadas que escriben sobre sexo, pareja y sentimientos. Como rebeldes son catalogadas y no solo en tiempos pasados, aun cuesta entender a las sociedades que los caballeros o las señoras tiene y sienten igualdades.

Cohabitamos con las valientes… que hacen poesía, con demarcada hidalguía, las que esparcen con poemas sus alegrías o tristezas, amores y desamores. Esas que desconocen la pereza, las que su cerebro siempre piensa… así se expresa y no solo adornan su cabeza.

Las soñadoras que llevan un diario, recopilando quimeras y contando más de lo necesario, en secreto escondidos, adolescentes o adultas hacen catarsis sin saberlo y desconociendo lo vital que es hacerlo.

…y tenemos la literatura femenina como instrumento en la denuncia solapada, encriptada que quiere escapar a la disputa ideológizada… para de feminista no ser señalada.