Susana esa noche se acostó y rezó, lo hacía para pedir coraje para dejar a su maltratador. Entre sueños escuchó una voz que le musitaba al oído y en su querer interno sintió que era la voz de Dios...Le decía: “debes irte”. Cuando conoció a su verdugo tenía 14 años, en el inicio no había malos tratos físicos; era agravio emocional, la abochornaba o hacía que se sintiera inferior frente a otros. Lo oral pasó a lo físico velozmente, inclusive llego a golpearla estando embarazada perdiendo la criatura.

A la mañana siguiente le costaba creer lo que estaba escuchando. A él le dijo que iba a casa de su madre, para disimular se despidió cariñosa. Se escondió en la misma calle donde vivían, la voz continuaba diciéndole, debe ser hoy, en cuanto su marido salió, entro a recoger sus cosas, lo que pudo…y se marchó.

Era el instante más pavoroso de su vida. Iniciar de nuevo sin él no sería fácil, marchó del pueblo, con personas generosas que encontró en el camino, pasó varias noches sin dormir, hasta que por fin llegó un lugar ya muy lejos del que fue el suyo, trabajaba duro pero se sentía ella por primera vez, sin el monstruo encima…libre.

Tuvo la oportunidad de contar su historia en un encuentro de mujeres trabajadoras jóvenes, estuvo 15 años dentro de una pesadilla y ahora se encontraba llena de sueños, proyectos…esa tarde semi dormida escuchó nuevamente la voz recordándole…”te dije que era hasta ese día” allí entendió que no fue exactamente Dios, sino su propia voz interna que había despertado…que tarde o temprano despierta y te habla, si no la escuchas o la ignoras puede que la apague junto a la vida un marido maltratador.